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José Zorrilla

"Para verdades el tiempo, para justicia Dios"

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Música: Albeniz - Suite Espanola op. 47, Nr 1 - Granada
 
Para verdades el tiempo, para justicia Dios
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- III -

Son, a mi pensar, los celos
delirio, pasión o mal
a cuyo influjo fatal
lloraban los mismos cielos.
A manos de tal pasión,
el más cuerdo desespera,
pues quien con celos espera,
atropella su razón.
Si con celos esperar
es importuna porfía,
ceder celoso en un día
cuanto se amó, no es amar.
De celos verse morir,
y en silencio padecer,
son celos tan de temer
cuanto duros de sufrir.
Y así, con celos amar
vale casi aborrecer,
pero con celos ceder,
es igual que delirar.
Si otro más favorecido
goza el bien que se perdió,
se habrá el disfavor sentido,
mas perdido el amor, no.
Porque en quien goza favor
sobra tal vez confianza,
y celos sin esperanza
suelen guardar más amor.
Si favor nunca tuvimos,
aún es suerte más cruel,
porque vemos ahora en él
cuanto bien haber pudimos.
Y así pienso que son celos
delirio, pasión o mal,
a cuyo influjo fatal
lloraban los mismos cielos.
Por eso llora Juan Ruiz,
celoso y desesperado,
el bien que Pedro ha ganado
más galán o más feliz.
Por eso en la soledad
se mesa barba y cabellos,
sin mirar que no está en ellos
su amante fatalidad.
¡Oh, que no fueron antojos
sus amorosos desvelos!
Que el amor que hoy le da celos
entróle ayer por los ojos.
«¿Y por qué no me atreví
-clama el triste en su aflicción
y hoy acaso esta pasión
pudiera arrancar de mí?
Mas volveré, ¡vive Dios!
¿Pero que he de conseguir
si la he dejado elegir
marido de entre los dos?»
Y a su despecho tornando,
semejábase, en su afán,
una fiera a quien están
dentro la jaula acosando.
Sin darse el triste solaz,
cruzaba el cuarto sin tino,
pero no hallaba camino
de dar al ánimo paz.
Silbaba al dejar rabioso
paso al comprimido aliento,
y hollaba con pie violento
el pavimento ruinoso.
Iba adelante y atrás
sin reflexión que le acuda,
a la par pidiendo ayuda
a Cristo y a Satanás.
Túvose un momento al fin,
y en el temblor que le aqueja
se ve bien que se aconseja
con un pensamiento ruin.
Volvió a girar otra vez,
y otra a tenerse volvió;
en esto dobló un reló
en una torre las diez.
Entonces, quedando fijo,
exclamó en la oscuridad:
«Hoy se casan, es verdad;
hace un mes que me lo dijo.»
Ciñó con esto el acero
con desdén a la cintura;
y salióse a la ventura,
la vuelta del Matadero.

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