William Shakespeare

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Sueño de una noche de verano

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El papel de León

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Música: Chopin - Nocturne in C minor

El papel de León
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Muy ajena estaba aquella amorosa pareja a lo que había de hallar en el bosque, pues sin que ellos lo supiesen, habíanse dado cita para la misma hora y en el mismo lugar unos cuantos modestos artesanos de Atenas, con intento de celebrar dignamente los festejos a que con ocasión de la boda del duque y la duquesa se entregaba el pueblo y hablan pensado representar, en honor de los nuevos contrayentes, una pieza de teatro, o, como ellos decían, un interludio. El carpintero Quince era el encargado de dirigir aquella pequeña compañía de aficionados; pero el alma de aquella fiesta era el tejedor Bottom. Llevado este de su vanidad y no pudiendo guardar reserva sobre lo que se estaba proyectando, no perdía ocasión de hacer gala de su habilidad delante de sus compañeros, y su ilusión hubiera sido poder representar todos los papeles de aquella pieza. A medida que Quince enumeraba los diferentes papeles y los distribuía entre los actores, levantaba la voz Bottom y acentuaba sus palabras dando a entender con que perfección fuera él capaz de representarlos todos.

La pieza tenía por título: La muy lamentable comedia y la muy cruel muerte de Píramo y Tisbe. A Bottom le cupo el papel de Píramo, el héroe del drama.

— Dime, Quince — preguntó, — ¿qué es Píramo, un galán o un tirano?

— Un galán que se mata bonitamente por amor, — respondió Quince.

— Así, pues, para representar bien su papel, será menester derramar algunas lágrimas — repuso Bottom, muy orondo y pagado de su importancia. — Si yo lo represento, ¡qué golpe voy a dar en los espectadores!..

El otro papel (el segundo en importancia), era naturalmente el de Tisbe, la heroína del drama: fue asignado a Flauta, remendón de fuelles, hombre enjuto de carnes y amaricado, de voz atiplada; pero el protesto diciendo en tono de compasión:

— No, jamás; no me hagáis representar un papel de mujer, mucho menos ahora que empiezo a echar barba.

— Da lo mismo— respondió Quince: — ponte antifaz y procura achicar cuanto puedas la voz.

— ¡Alto! — replicó Bottom; — si se permite llevar antifaz, quiero representar también el papel de Tisbe: ya veréis coma se achicar la voz: oid: «¡Tisne, Tisne!.. — ¡Ah Píramo, amor mío!.. ¡Tu querida Tisne, tu prenda adorada!»

—No, nada de esto — repuso Quince: - tú, Bottom, harás el papel de Píramo, y tú, Flauta, el de Tisbe.

— Bueno, sea así, — dijo Bottom.

Y siguió Quince distribuyendo los papeles. Al llegar a Snug, el ebanista, dícele:

— Tú representarás el papel de león, y de esta manera quedan distribuidos los papeles, y creo que saldrá todo a pedir de boca.

— ¿Tenéis escrito lo que he de decir? — preguntó Snug, — que era hombre modesto e inofensivo; porque me cuesta mucho aprender de memoria y es menester tenerlo con tiempo.

— No — contesto Quince; — lo mejor será que improvises, todo se reduce a rugir.

— Dejadme también a mi hacer el papel de león — saltó Bottom; — yo soy maestro en el arte del rugido y voy a hacerlo tan a maravilla, que dará gusto oírme, y no dudo que el duque dirá: «¡Que siga rugiendo!»

— Es un inconveniente el que rujas con tanta propiedad — objetó Quince; — porque de hacerlo tan espantablemente como el caso requiere, se asustarán la duquesa y las damas de su séquito y enloquecerán de puro miedo, de manera que nos van a prender y colgar como a facinerosos.

— ¡Cáspita! ¡muy cara nos costaría la fiesta! — añadieron todos los actores temblando de horror.

— Convengo, amigos, en que no tenemos más remedio que morir colgados — repuso Bottom, — si espantáis a esas señoras hasta hacerlas enloquecer; pero, no tengáis cuidado, que si yo represento el papel de león, hincharé la voz de manera que mi rugido sea tan suave como el arrullo de una paloma: rugiré como rugiría un ruiseñor.

— Desengáñate— replicó resueltamente Quince, — tú no puedes representar otro papel que el de Píramo.

No sabiendo qué replicar, aunque muy contra su voluntad, aplicóse Bottom a escoger el color de la barba que debía llevar para representar el papel de Píramo. No era cosa tan fácil, pues había mucho que escoger entre la serie de colores; paja, anaranjado-rojizo, púrpura subido, amarillo sólido... Quince empero le sacó fácilmente del aprieto, diciendo que no era cosa de matarse por el color y que, en último extremo, Bottom podía también representar su papel sin necesidad de barba.

— Señores — dijo por fin; — asignado está a cada cual su papel; no me queda ya más que suplicaros que los aprendáis bien para mañana por la noche, para lo cual os doy cita en dicha hora en el bosque del palacio, a una legua de la ciudad; allí, al tibio brillar de la luna nos reuniremos y ensayaremos el drama: creo que es el lugar más a propósito por lo solitario y apartado, pues, de hacerlo en la ciudad, nos veríamos agobiados de curiosos y se divulgaría nuestro plan. Espero que no faltaréis a la cita.
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