Dice la excelencia de esta oración del Paternóster, y cómo hallaremos de muchas maneras consolación en ella.
1. Es cosa para alabar mucho al Señor cuán subida en perfección es esta oración evangelical, bien como ordenada de tan buen Maestro, y así podemos, hijas, cada una tomarla a su propósito. Espántame ver que en tan pocas palabras está toda la contemplación y perfección encerrada, que parece no hemos menester otro libro sino estudiar en éste. Porque hasta aquí nos ha enseñado el Señor todo el modo de oración y de alta contemplación, desde los principiantes a la oración mental y de quietud y unión, que a ser yo para saberlo decir, se podía hacer un gran libro de oración sobre tan verdadero fundamento (1). Ahora ya comienza el Señor a darnos a entender los efectos que deja cuando son mercedes suyas, como habéis visto.
2. Pensado he yo cómo no se había Su Majestad declarado más en cosas tan subidas y oscuras para que todos lo entendiésemos. Hame parecido que, como había de ser general para todos esta oración, que porque pudiese pedir cada uno a su propósito y se consolase, pareciéndonos le damos buen entendimiento (2), lo dejó así en confuso, para que los contemplativos que ya no quieren cosas de la tierra, y personas ya muy dadas a Dios, pidan las mercedes del cielo que se pueden por la bondad de Dios dar en la tierra; y los que aún viven en ella y es bien que vivan conforme a sus estados, pidan también su pan, que se han de sustentar y sustentar sus casas, y es muy justo y santo, y así las demás cosas, conforme a sus necesidades.
3. Mas miren que estas dos cosas, que es darle nuestra voluntad y perdonar, que es para todos. Verdad es que hay más y menos en ello, como queda dicho: (3) los perfectos darán la voluntad como perfectos y perdonarán con la perfección que queda dicha; nosotras, hermanas, haremos lo que pudiéremos, que todo lo recibe el Señor (4). Porque parece una manera de concierto que de nuestra parte hace con su Eterno Padre, como quien dice: "haced Vos esto, Señor, y harán mis hermanos estotro". Pues a buen seguro que no falte por su parte. ¡Oh, oh, que es muy buen pagador y paga muy sin tasa!
4. De tal manera podemos decir una vez esta oración, que como entienda no nos queda doblez, sino que haremos lo que decimos, nos deje ricas. Es muy amigo tratemos verdad con El. Tratando con llaneza y claridad, que no digamos una cosa y nos quede otra, siempre da más de lo que le pedimos.
Sabiendo esto nuestro buen Maestro, y que los que de veras llegasen a perfección en el pedir habían de quedar tan en alto grado con las mercedes que les había de hacer el Padre, entendiendo que los ya perfectos o que van camino de ello, -que no temen ni deben, como dicen-, tienen el mundo debajo de los pies, contento el Señor de él (como) por los efectos que hace en sus almas pueden tener grandísima esperanza que Su Majestad lo está), embebidos en aquellos regalos, no querrían acordarse que hay otro mundo ni que tienen contrarios.
5. ¡Oh Sabiduría eterna! ¡Oh buen Enseñador! Y qué gran cosa es, hijas, un maestro sabio, temeroso, que previene a los peligros. Es todo el bien que un alma espiritual puede acá desear, porque es gran seguridad. No podría encarecer con palabras lo que importa esto. Así que viendo el Señor que era menester despertarlos y acordarlos que tienen enemigos, y cuán más peligroso es en ellos ir descuidados, y que mucha más ayuda han menester del Padre Eterno, porque caerán de más alto, y para no andar sin entenderse, engañados, pide estas peticiones tan necesarias a todos mientras vivimos en este destierro: "Y no nos traigas, Señor, en tentación; mas líbranos de mal.
NOTAS CAPÍTULO 37
1 En la 1ª redacción se remitía al libro de la Vida: que -a no estar escrito de ella en otra parte, y también por no me largar, que será enfado-, se hiciera un gran libro de oración...
2 Buen entendimiento, es decir, buen sentido.
3 Lo ha dicho en el n. 2.
4 En el lugar del pasaje que precede y la mitad del n. anterior, había escrito en la 1ª redacción: ¿Bendito sea su nombre por siempre jamás amén! Y por El suplico yo al Padre Eterno perdone mis deudas y grandes pecados (pues yo no he tenido a quien perdonar ni qué, y cada día tengo de qué me perdone) y me dé gracia para que algún día tenga yo algo que poner delante para pedir. -Pues habiendo el buen Jesús enseñándonos una manera de oración tan subida, y pedido por nosotros un ser ángeles en este destierro (si con todas nuestras fuerzas nos esforzamos a que sean con las palabras las obras) en fin a parecer en algo ser hijos de tal padre y hermanos de tal hermano, sabiendo Su Majestad que haciendo -como digo- lo que decimos no dejará el Señor de cumplir lo que le pedimos y traer a nosotros su reino, y ayudar con cosas sobrenaturales -que son la oración de quietud y contemplación perfecta y todas las demás mercedes que el Señor hace en ella a nuestras diligencias-, que todo es poquito lo que podemos procurar y granjear de nuestra parte; mas como sea lo que podemos, es muy cierto ayudarnos el Señor, porque nos los pide su Hijo... -La supresión de este largo párrafo en la 2ª redacción se debió al mismo censor que intervino en el c. 36, n. 2; ahora tachó varias líneas de la Santa (ms. de El Escorial) y anotó al margen: "injurias son y agravios los que uno hace contra otro, aunque merezca mil infiernos".
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