Cuadro, Málaga en desorden;
dosel del festín, la higuera;
por contorno, las montañas;
y por tapiz, la floresta.
*
Arde Málaga en anhelos
de reprimida impaciencia,
y todo es música y danza
y risa y jolgorio en ella.
Avístanse los galanes,
compónense las mozuelas,
y de los barrios famosos
por sus riñas y pendencias,
y de la ciudad, que ufana
contempla el mar que la besa,
en caravanas alegres
que en desorden se atropellan,
de Las Barrancas acuden
a la espléndida pradera.
Raya el sol en el ocaso,
y por las largas riberas
que traza el Guadalmedina
recostado en sus arenas,
de sonoros instrumentos .
óyense vibrar las cuerdas,
y los cantos populares
que á sus acordes se mezclan.
Va el trinitario provisto
de inmensa bota repleta,
que á cada paso la empina
y mira hacia las estrellas;
el perchelero le sigue,
que a la cintura sujeta
lleva la faca traidora
que le sirve en la pelea;
va también el capuchino
con amorosa pareja,
entregándose al arrullo
de la plática más tierna;
detrás, mozos diferentes
persiguen á las doncellas,
de los demás arrabales
escapados a la fiesta;
todos marchan confundidos,
y entre el bullicio que reina,
y las ondas que relucen
de la lu^ que se deshebra,
en ruidosos carruajes
donde los rayos se quiebran .
marcha también á la orgía
lo elegante : La Alameda.
*
Llégase al campo, y los haces
de humanas olas que ruedan,
á torrentes desembocan
en la explanada soberbia.
Muestran allí sus encantos
las victorianas bellezas,
que del amor como diosas
ofician tras de las rejas;
la aristocrática dama,
sobre abierta carretela,
á la vez del rico traje
luce la faz de azucena;
hembras de opuestos inatices
dan variedad a la fiesta;
entre todas descollando
por lo graciosa y lo bella,
la trinitaria famosa,
de cuya imagen morena,
pudiera hacerse el retrato
pintado de esta manera :
*
Sobre dos pies diminutos,
viene una falda hechicera,
que en sueltas tablas termina
y que, al andar, se despliegan;
guarniciones primorosas,
unas sobre otras sujetas,
van a escalar la cintura
terminando en las caderas;
encubre el cuerpo garrido
sobre el corsé que lo besa,
sabiamente abotonada
una pulida chaqueta;
da la vuelta a la garganta
collar de brillante felpa,
donde una cruz es martirio
de aquel que á mirarla llega;
zarcillos de oro enriquecen
las sonrosadas orejas;
flores, el bello peinado;
el seno, gasa ligera;
y de los hombros cayendo,
un rico mantón la estrecha,
con pájaros de colores
y un fleco que arrastra y cuelga !
*
Preludian los instrumentos,
y al sonido de las cuerdas
cien mil grupos se improvisan
donde se baila ó se juega;
en alto oscilan los brazos,
se escuchan las castañuelas,
y ya al son de un medio polo
que se aplaude y se jalea,
o de cántico murciano,
o de alegre malagueña,
todas las manos ondulan,
bullen todas las cabezas,
todos los cuerpos se doblan,
y giran todas las piernas.
Embriagados de la orgía
unos siguen y otros cesan,
y éste brinda por su rubia
y el de allá por su morena!
Grita el hambre, y á su acento
difundido por la fiesta,
cubren el suelo manteles,
platos, copas y meriendas.
Bajo higueras colocados
a comer todos se aprestan;
y mientras tmo levanta
cual cáliz la copa llena,
y éste canta, y otro ríe,
y otro baila, y aquél juega,
en lugar donde el bullicio
redoblan danza y verbena,
y chasquido de cristales
y romperse de botellas,
hacia una mesa que brilla
de estrechas cañas cubierta,
una moza se adelanta
con la mano en la cadera;
y cuando es mayor el baile,
y más libre el vino rueda,
y cunde más el desorden.
y los brindis se acrecientan,
arrancando de los hombros
su chai de brillante seda
y airosamente limpiando
con él la luciente mesa,
mientras los vasos derriba
que vibrando se atrepellan,
erguido el talle gallardo
canta al son de una vihuela:
Para alegría las copas,
para bullicio una ñesta,
y para el hombre que adoro
el corazón de su prenda.
*
En esto, de opuesto lado,
entre el fragor que resuena,
estallan desgarradores
los ayes de una pendencia.
La gente se arremolina,
gritan y corren las viejas,
huyen todos espantados
haciendo rancho á Ja gresca,
y entre una nube de polvo
alzada por las carreras,
i dos jitanos frente á frente
se miran sobre la arenal
Descompuestos los semblantes,
en el cinto las tijeras,
atrás los altos sombreros
y separadas las piernas,
en las manos las navajas
y en el codo las chaquetas,
con la fuerza y el coraje
del que rabia y se impacienta,
como trombas irritadas
se acometen con fiereza.
Uno al otro se avalanzán,
vuelven luego con cautela,
recios tajos se dirigen
que en el codo los sujetan,
tornan, giran, adelantan,
retroceden, culebrean,
¡hasta que el uno ven(¡|do,
lanzando ronca blasfemia,
cubierto de roja sangre
rueda cual tronco por tierra !
Cien y cien exclamaciones
el aire ardoroso pueblan,
mientras la gente se agolpa
formando maciza rueda;
acudena la algazara
esbirros y gente seria
que de datos y de nombres
forman estricta reseña;
toca la gente a desorden
viendo que el cuerpo se llevan;
se da el suceso al olvido...
¡ y torna á reinar la fiesta!
*
Pero ya el sol espirante
sus rayos manda a la tierra,
en cuyas luces de oro
el polvo brillante juega;
mansamente por el llano
el concurso se dispersa
melancólicos cantares
dejando por la ribera;
chirrea el grillo en la sombra,
el ave azorada vuela,
gusanos de luz rutilan
en las fragantes macetas,
y al par que del monte bajan
las esquilas soñolientas,
suena el toque de oraciones,
a cuya plegaria eterna,
su frente el hombre descubre
y entona un rezo la vieja.
La ciudad allá en el fondo
a iluminarse comienza,
lanzando por sus ventanas
las claridades primeras;
suenan los altos relojes
en las augustas iglesias;
bajo la parra en los patios
las Jóvenes se congregan,
y al reflejo de la luna
que tras del monte se muestra,
el cielo brilla cuajado
de esplendorosas estrellas!
*
¡Málaga! ¡Patria amorosa !
a esa hora triste y serena
en que el crepúsculo espira
y descienden las tinieblas,
quién entrara por tus calles,
y llegando hasta mi reja,
tras la cortina de flores
donde mi madre se sienta,
diéranme verla un instante...
sin que ella verme pudiera!
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