Por los llanos de Sevilla,
al declinar de la tarde,
a caballo cruza un hombre
del Guadalquivir la margen.
*
Potro cordobés conduce,
cordobés de pura sangre,
más negro que noche oscura
y más que el raso brillante.
Sentando el callo lustroso
sobre la arena mudable,
al levantarlo, parece
que va en la cincha a tocarse.
Resuella, y mares de espuma
arroja al pretal flotante,
donde hay pájaros y flores
tejidos por manos hábiles.
Por la nariz dilatada
donde entra zumbando el aire,
hirviente vapor despide
que en vagas ondas se esparce;
de trecho en trecho, sacude
y alza el mosquero ondulante,
donde tropel de espejuelos
vierte reflejos fugaces;
relincha, caracolea,
salta, corre, bufa, late,
y cuando al paso camina,
van claramente marcándose
de un correcto castellano
los bien medidos compases.
*
Más que de silla dorada
los bruñidos correajes,
cubren al potro las sedas
de los ropones flamantes.
Su crin, que a no ir suspendida
fuera en los cascos a darle,
se recoge en larga trenza
que adornan lazos brillantes.
Su cabeza, que se mueve
con la malicia del ave,
la envuelve rico bocado
lleno de hebillas y ojales.
Su larga cola rizada
que pudiera compararse
al girón de negra ola
arrancado a negros mares,
va arrollada por un nudo,
sobre el que cinta radiante
serpea, ondula, se enrosca,
gira, sube, y al remate
suelta en tropel agitado
raudal de borlas flotantes.
Circunda el pretal su cuello;
roja cincha, su atalaje;
su cruz, manta cordobesa ;
su casco, hierro brillante ;
y completan su atavío,
fina albarda de Linares;
y encima, paño lujoso ;
y luego, adorno de estambres detienen
después enjalma vistosa;
luego, ropón de alamares;
por fin, cubierta de seda;
y en ella dos iniciales,
que deshecha del abrevio
dicen así: José Galvez
¿Qué hombre es aquél y qué busca?
¿qué hacia Sevilla lo trae,
y qué proyectos combina
y dónde va el mozo Gálvez?
Negras patillas adornan
su bien enjuto semblante,
tan dotado de blancura
como de pupilas grandes.
Relampaguea en sus ojos
el fuego de los volcanes,
hierve la sangre en sus venas,
convulso su pecho late,
y por lo que acciona, y mueve
moños, bridas y rendajes,
bien su inquietud se percibe,
o que algún pesar le abate,
o que arde en llama de celos,
o en llama de amores arde. |