Si deslumbrados por el terso brillo
de las copas radiantes donde tiembla
refugiada la luz; si entusiasmados
del vino ante la clara trasparencia
vieron del Manzanilla en los cristales
la sevillana y clásica belleza;
en el Borgoña los antiguos cuentos;
en el Champagne la resonante fiesta;
en el Falerno báquicos festines;
en el Chipre los cánticos de Grecia;
en el Rhin las fantásticas baladas
y en el Jerez los timbres de la guerra,
del Málaga sabroso que se oculta
en el fondo sin luz de la bodega,
para cantar la esclarecida fama
del arpa templo las sonoras cuerdas.
En el suelo feraz en que apacible
el Guadalhorce extiende sus riberas;
donde es del sol cada impalpable rayo
la vida rota en luminosas hebras;
donde enjambres de pájaros cantores
en arpegios y trinos se contestan
y desliza la mar olas de raso
que se transforman, al quebrarse, en perlas,
la vid sus brazos con amor levanta
donde racimos trasparentes cuelgan,
sobre los cuales, cuando tiernas crecen
y luego encubren la rugosa cepa,
del aire al soplo, temblorosas fingen
las verdes hojas esmeraldas trémulas.
En aquel suelo en que, al andar, no hay modo
de no ir pisando sobre flores bellas,
el Málaga circula por las vides
como mudo raudal bajo la tierra.
¡Ved ! Trasportados los racimos claros
a la pesada y vigorosa prensa,
¡cien torrentes de vida les arranca
el lento caminar de cada pieza !
Despéñanse los chorros en los cántaros
como auríferas cintas que espumean;
trasládanse á los senos en que duermen;
fermentan en las lóbregas bodegas,
y son, al paso que los años lentos
sobre sus ejes de diamante ruedan,
¡licor luciente que supera al Chipre,
que añade gloria á la triunfante Grecia!
El color de la púrpura de Tiro
refleja en su cristal; su grata esencia,
envidia de las rosas orientales,
en el alma, suavísima penetra;
él enciende el valor y el heroísmo
y engendra sin cesar mundos de ideas;
alienta en él la vida en cada gota;
en él la inspiración bebe el poeta,
y en la copa radiante encarcelado,
cristalino y diáfano semeja
disolución brillante de rubíes
donde reflejos irisados tiemblan.
Arda en el vaso el transparente vino;
el entusiasmo inflame nuestras venas,
y brindando gozosos por mi patria,
¡llenad la copa, y que los labios beban !
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