Libro Cuarto |
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Biografía de Tomás de Kempis en Wikipedia | |
Imitación de Cristo |
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Capítulo XVII | ||
Del amor ardiente y del vehemente deseo de recibir a Cristo. VOZ DEL DISCÍPULO 1. Con suma devoción y abrasado amor, con todo el afecto y fervor del corazón, deseo, Señor, recibirte en la Comunión, como lo desearon muchos Santos y personas devotas, que te agradaron en gran manera con la santidad de su vida, y estuvieron animados de la más ardiente devoción. ¡Oh Dios mío, amor eterno, todo mi bien y felicidad interminable! Deseo recibirte con el afecto más vehemente y con dignísima reverencia, cual jamás tuvo ni pudo sentir ninguno de tus Santos. 2. Y aunque soy indigno de estar poseído de aquellos sentimientos de devoción, te ofrezco todo el afecto de mi corazón, como si yo solo tuviese todos aquellos inflamados deseos. Y todo lo que el alma piadosa puede concebir y desear, todo te lo presento y ofrezco con la más sumisa reverencia y con entrañable fervor. Nada quiero reservarme para mí, sino sacrificarme a Ti con todas mis cosas voluntariamente y con el mayor afecto. Señor Dios mío, Criador y Redentor mío, con tal afecto, reverencia, alabanza y honor; con tal agradecimiento, dignidad y amor; con tal fe, esperanza y pureza deseo recibirte hoy, como te recibió y deseó tu santísima Madre la gloriosa Virgen María cuando respondió humilde y devotamente al Ángel que le anunció el misterio de la Encarnación: He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra. 3. Y como el bienaventurado San Juan Bautista, tu precursor y el mayor de los Santos, cuando, encerrado todavía en las entrañas de su madre, en tu presencia rebosó en gozo del Espíritu Santo, y cuando viéndote, Jesús mío, conversar entre los hombres, con devoto y humildísimo afecto decía: El amigo del Esposo, que está en su presencia, y le oye, se llena de gozo al oír la voz del Esposo. Así deseo yo estar encendido de grandes y santos deseos, y presentarme a Ti con todo el afecto de mi corazón. Por eso te ofrezco y dedico los regocijos de todos los corazones devotos, sus ardientes afectos, los enajenamientos de sus espíritus, sus sobrenaturales iluminaciones, sus visiones celestiales, y todas las virtudes y alabanzas con que te han celebrado y pueden celebrar todas las criaturas en el cielo y en la tierra: todo te lo ofrezco por mí y por todos los que se han encomendado a mis oraciones, para que por todos seas dignamente alabado y glorificado para siempre. 4. Recibe, Señor, Dios mío, mis votos y mis deseos de darte infinita alabanza y bendición inmensa, como te es justamente debido según la multitud de tu inefable grandeza. Esto te ofrezco ahora, y deseo ofrecerte todos los días y todos los instantes; y convido y ruego con instancia y afecto a todos los espíritus celestiales y a todos tus fieles, que se unan conmigo para tributarte gracias y alabanzas. 5. Alábente todos los pueblos, todas las tribus y lenguas, y engrandezcan tu santo y dulcísimo nombre con sumo regocijo y con ardiente devoción. Merezcan hallar tu gracia y misericordia todos los que con reverencia y devoción celebran tu augustísimo Sacramento, y con entera fe lo reciben, y rueguen humildemente por mí, pecador. Y cuando hubieren gozado de la devoción y unión deseada, y se retiraren de la Mesa celestial enteramente consolados y maravillosamente recreados, tengan por bien acordarse de este pobre infeliz. |
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