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Libro Cuarto |
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Biografía de Tomás de Kempis en Wikipedia | |
Imitación de Cristo |
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Capítulo XVIII | ||
Que el hombre no debe ser curioso en examinar este Sacramento, sino humilde imitador de Cristo, sujetando sus sentidos a la sagrada fe. VOZ DEL AMADO 1. Guárdate de escudriñar curiosa e inútilmente este profundísimo Sacramento, si no te quieres ver anegado en un abismo de dudas. El que es escudriñador de la Majestad será ofuscado por su gloria. Más puede obrar Dios, que puede comprender el hombre. Lícito es, sin embargo, el piadoso y humilde examen de la verdad; dispuesto siempre para ser instruido, y a caminar según las sanas doctrinas de los Santos Padres. 2. Bienaventurada la sencillez que, dejando los ásperos caminos de las cuestiones, va por la senda llana y segura de los Mandamientos de Dios. Muchos perdieron la devoción por querer escudriñar los misterios sublimes. Fe se te pide, y una vida sincera; no elevación del entendimiento, ni penetración de los misterios de Dios. Si no entiendes ni comprendes las cosas más triviales, ¿cómo quieres comprender las que son superiores a tus alcances? Sométete a Dios, y humilla tu juicio a la fe; y se te dará la luz de la ciencia según te fuere útil y necesaria. 3. Algunos son gravemente tentados contra la fe en este Sacramento, mas esto no se debe imputar a ellos, sino al enemigo. No te entretengas ni quieras disputar con tus pensamientos, ni dar solución a las dudas que el diablo te sugiera: cree en las palabras de Dios, cree a sus Santos y a sus Profetas; y huirá de ti el maligno enemigo. A veces es muy provechoso al siervo de Dios padecer tales tentaciones. Pues no tienta el demonio a los infieles y pecadores, a quienes tiene ya seguros; sino que tienta y atormenta de diversas maneras a los fieles y devotos. 4. Acércate, pues, con fe firme y sencilla, y llégate al Sacramento con humilde reverencia; y todo lo que no puedes entender, encomiéndalo confiadamente a Dios todopoderoso. Dios no te engaña; quien se engaña es el que se cree a sí mismo demasiadamente. Dios anda con los sencillos, se descubre a los humildes, da entendimiento a los pequeños, ilumina a las almas puras, y esconde su gracia a los curiosos y soberbios. La razón humana es flaca y puede engañarse; mas la fe verdadera no puede ser engañada. 5. Toda razón y discurso natural debe estar subordinado a la fe, no ir delante de ella, ni quebrantarla. Porque la fe y el amor llevan aquí la principal ventaja, y obran secretamente en este augusto y santísimo Sacramento. Dios eterno, inmenso, y de poder infinito, hace cosas grandes e inescrutables en el cielo y en la tierra, y sus obras admirables se ocultan a toda investigación. Si las obras de Dios fuesen tales que la razón humana pudiese comprenderlas fácilmente, no las llamaríamos inefables ni maravillosas. FIN DE LA IMITACIÓN DE CRISTO |
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