Tomás de Kempis - Imitación de Cristo

Tomás de Kempis

"Imitación de Cristo"

Libro Cuarto

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Imitación de Cristo

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Libro 4 - Cap 10

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Capítulo X
 

Que no se debe dejar fácilmente la sagrada Comunión.

VOZ DEL AMADO

1. Debes recurrir muy a menudo a la fuente de la gracia y de la misericordia divina, a la fuente de toda bondad y pureza, para que puedas sanar de tus pasiones y vicios, y merezcas ser más fuerte y vigilante contra todas las tentaciones y engaños del demonio.

El enemigo, sabiendo el grandísimo fruto y remedio que se reporta de la sagrada Comunión, trabaja cuanto puede, sin perder medio ni ocasión, para retraer y apartar de ella a los fieles y devotos.

2. Por eso algunos, cuando van a prepararse para la sagrada Comunión, padecen peores tentaciones de Satanás que antes.

El maligno espíritu, como se halla escrito en el libro de Job, se introduce entre los hijos de Dios para turbarlos con su acostumbrada malicia, o para hacerlos más tímidos y perplejos, con el objeto de entibiar su devoción, o de hacerles perder la fe en el combate, si consigue, o hacerles renunciar del todo a la sagrada Comunión, o acercarse a ella con tibieza.

Mas no debemos hacer caso de sus astucias y tentaciones, por más torpes y espantosas que parezcan; sino que hemos de rechazar contra él mismo todos los fantasmas abominables que nos representa.

Se debe despreciar y hacer burla de este miserable; ni se ha de dejar la sagrada Comunión por las embestidas y turbaciones con que nos ataca.

3. Muchas veces estorba también la excesiva solicitud de tener devoción, y cierta inquietud por hacer una buena confesión.

Haz en esto lo que te aconsejen varones prudentes, y depón toda ansiedad y escrúpulo, porque impide la gracia de Dios y destruye la devoción del alma.

No dejes la sagrada Comunión por alguna leve tribulación o pesadumbre; sino confiésate luego, y perdona de buena voluntad cualquier ofensa que te hayan hecho.

Y si tú has ofendido a alguno, pídele perdón humildemente, y Dios te perdonará de buena voluntad.

4. ¿De qué sirve retardar mucho la Confesión, o diferir la sagrada Comunión?

Purifícate cuanto antes, escupe enseguida el veneno, toma presto el remedio; y te sentirás mejor que si lo difieres por mucho tiempo.

Si hoy la dejas por esta causa, mañana podrá sobrevenirte otra mayor; y así te retraerás cada día más de la Comunión, y estarás menos dispuesto para recibirla.

Lo más presto que pudieres, sacude tu pereza e inacción; pues de nada sirve angustiarse largo tiempo, dejarse vencer de las turbaciones, y apartarse del Sacramento por esos estorbos diarios.

Al contrario, daña mucho el dilatar demasiado la Comunión, porque este retardo suele ocasionar una gran displicencia.

Mas, ¡oh dolor!, algunos tibios y disipados dilatan con gusto la Confesión, y desean retardar también la sagrada Comunión, porque no se resuelven a guardar su alma con mayor cuidado.

5. ¡Oh! ¡Cuán poca caridad y que devoción tan débil tienen los que tan fácilmente dejan la sagrada Comunión!

¡Cuán dichoso es y cuán agradable a Dios el que vive tan bien y conserva con tal pureza su conciencia, que estaría dispuesto y encendido en deseos de comulgar todos los días, si se le permitiese, y no fuese notado!

El que se abstiene a veces por humildad o por alguna causa legítima, es de alabar por su respeto.

Mas si poco a poco le entrare la tibieza, debe despertarse a sí mismo, y hacer cuanto esté de su parte; y el Señor favorecerá su deseo por la buena voluntad, que es a lo que principalmente atiende.

6. Pero cuando estuviere legítimamente impedido, tenga siempre buena voluntad y piadosa intención de comulgar; y así no carecerá del fruto del Sacramento.

Porque el devoto todos los días y a todas horas puede comulgar espiritualmente con gran fruto y sin que ningún obstáculo lo impida.

Mas en ciertos días y en fiestas determinadas debe recibir sacramentalmente y con afectuosa reverencia el Cuerpo de su Redentor, y buscar más bien la honra y gloria de Dios que su propio consuelo.

Y tantas veces comulga místicamente, y se alimenta invisiblemente, cuantas renueva con devoción la memoria del misterio de la Encarnación y Pasión de Cristo, y se enciende en su amor.

7. El que no se prepara sino cuando se acerca la fiesta, o cuando le mueve la costumbre, se hallará mal preparado muchas veces.

Dichoso el que se ofrece al Señor en entero sacrificio cuantas veces celebra o comulga.

No seas muy prolijo ni precipitado en celebrar: observa el medio justo y regular de aquellos con quienes vives.

No debes causar molestia o enfado a otros, sino seguir el camino regular de los mayores, y atender más bien a la utilidad de otros que a tu propia devoción o afecto.

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