Miguel de Cervantes en AlbaLearning

MIGUEL DE CERVANTES

"La española inglesa - The spanish-english lady"

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Biografía de Miguel de Cervantes Saavedra en AlbaLearning 
LA ESPAÑOLA INGLESA ESPAÑOLAUDIO 
THE SPANISH-ENGLISH LADY English text
   
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LA ESPAÑOLA INGLESA
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THE SPANISH ENGLISH LADY
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Entre los despojos que los ingleses llevaron de la ciudad de Cádiz, Clotaldo, un caballero inglés capitán de una escuadra de navíos, llevó a Londres a una niña de edad de siete años, poco más o menos, y esto contra la voluntad y sabiduría del conde de Leste, que con gran diligencia hizo buscar a la niña para volvérsela a sus padres, que ante él se quejaron de la falta de su hija, pidiéndole que pues se contentaba con las haciendas, y dejaba libres a las personas, no fuesen ellos tan desdichados; que ya que quedaban pobres, no quedasen sin su hija, que era la lumbre de sus ojos y la más hermosa criatura que había en toda la ciudad. Mandó el conde echar bando por toda su armada que so pena de la vida, devolviese la niña cualquiera que la tuviese, mas ningunas penas ni temores fueron bastantes a que Clotaldo le obedeciese, que la tenía escondida en su nave, aficionado, aunque christianamente, a la incomparable hermosura de Isabel, que así se llamaba la niña. Finalmente, sus padres se quedaron sin ella, tristes y desconsolados, y Clotaldo, alegre sobre modo, llegó a Londres y entregó por riquísimo despojo a su mujer a la hermosa niña. Among the spoils which the English carried off from the city of Cadiz,[1] was a little girl of about seven years old. An English gentleman, named Clotald, commander of a squadron of vessels, took her to London without the knowledge of the Earl of Essex, and in defiance of his general orders. The parents complained to the earl of the loss of their child, and implored him, since he had declared that property alone should be seized, and the persons of the inhabitants should be left free, they should not, besides being reduced to poverty, suffer the additional misery of being deprived of their daughter, who was the very light of their eyes. The earl caused it to be proclaimed throughout his whole army, that whoever had possession of the child, should restore her on pain of death; but no threatened penalties could constrain Clotald to obey; in spite of them, he kept the child concealed in his ship, being fascinated, though in a Christian manner, with the incomparable beauty of Isabella, as she was called. In fine, her inconsolable parents were left to mourn her loss, and Clotald, rejoicing beyond measure, returned to London, and presented the pretty child to his wife, as the richest prize he had brought home from the war.
Quiso la buena suerte que todos los de la casa de Clotaldo eran cathólicos secretos, aunque en lo público mostraban seguir la opinión de su reina. Tenía Clotaldo un hijo llamado Ricaredo, de edad de doce años, enseñado de sus padres a amar y temer a Dios, y a estar muy entero en las verdades de la fe cathólica. Catalina, la mujer de Clotaldo, noble christiana, y prudente señora, tomó tanto amor a Isabel, que como si fuera su hija la criaba, regalaba, e industriaba. Y la niña era de tan buen natural, que con facilidad aprendía todo cuanto le enseñaban.   It happened fortunately that all the members of Clotald's household were catholics in secret, though in public they affected to follow the religion of the state. Clotald had a son about twelve years old, named Richard, who was brought up by his parents to love and fear God, and to be very stedfast in the truths of the catholic faith. Catherine, the wife of Clotald, a noble, Christian, and prudent lady, conceived such an affection for Isabella, that she reared her as if she was her own daughter; and the child was so well endowed by nature, that she readily learned all they taught her.
Con el tiempo, y con los regalos, fue olvidando los que sus padres verdaderos le habían hecho; pero no tanto que dejase de acordarse y suspirar por ellos muchas veces; y aunque iba aprendiendo la lengua inglesa, no perdía la española, porque Clotaldo tenía cuidado de traerle a casa secretamente españoles que hablasen con ella. Desta manera, sin olvidar la suya, como está dicho, hablaba la lengua inglesa como si hubiera nacido en Londres. Después de haberle enseñado todas las cosas de labor, que puede y debe saber una doncella bien nacida, la enseñaron a leer y escribir, más que medianamente. Pero en lo que tuvo extremo fue en tañer todos los instrumentos que a una mujer son lícitos; y esto con toda perfección de música, acompañándola con una voz que le dio el cielo, tan extremada que encantaba cuando cantaba.   Time and the kind treatment she received, gradually wore out from her recollection that which her parents had bestowed upon her; not so much so, however, but that she often thought of them with a sigh. Though she learned English, she did not forget her native tongue, for Clotald took care to bring Spaniards secretly to his house to converse with her, and thus it was, that without ceasing to speak Spanish, she became as proficient in English as if she had been born in London. After having learned all kinds of work becoming a young lady of good birth, she was taught to read and write more than passably well; but what she excelled in above all, was in playing all sorts of instruments suitable to her sex, with extraordinary perfection of musical taste and skill, and with the accompaniment of a voice which Heaven had endowed with such melody that when she chanted she enchanted.
Todas estas gracias, adqueridas y puestas sobre la natural suya, poco a poco fueron encendiendo el pecho de Ricaredo, a quien ella, como a hijo de su señor, quería y servía; al principio le salteó amor con un modo de agradarse y complacerse de ver la sin igual belleza de Isabel, y de considerar sus infinitas virtudes y gracias, amándola como si fuera su hermana, sin que sus deseos saliesen de los términos honrados y virtuosos. Pero como fue creciendo Isabel, que ya cuando Ricaredo ardía tenía doce años, aquella benevolencia primera, y aquella complacencia y agrado de mirarla, se volvió en ardentísimos deseos de gozarla y de poseerla; no porque aspirase a esto por otros medios que por los de ser su esposo. Pues de la incomparable honestidad de Isabela, (que así la llamaban ellos) no se podía esperar otra cosa, ni aun él quisiera esperarla, aunque pudiera, porque la noble condición suya y la estimación en que a Isabela tenía, no consentían que ningún mal pensamiento echase raíces en su alma. Mil veces determinó manifestar su voluntad a sus padres, y otras tantas no aprobó su determinación, porque él sabía que le tenían dedicado para ser esposo de una muy rica y principal doncella escocesa, asimismo secreta christiana como ellos; y estaba claro, según él decía, que no habían de querer dar a una esclava (si este nombre se podía dar a Isabela) lo que ya tenían concertado de dar a una señora; y así perplejo y pensativo, sin saber qué camino tomar para venir al fin de su buen deseo, pasaba una vida tal que le puso a punto de perderla. Pero pareciéndole ser gran cobardía dejarse morir, sin intentar algún género de remedio a su dolencia, se animó y esforzó a declarar su intento a Isabela.   All these graces, natural and acquired, gradually inflamed the heart of Richard, whom she loved and respected as the son of her lord. At first his affection for her was like that of a brother for a sister, but when she reached her twelfth year, this feeling had changed into a most ardent desire to possess her, but only in the honourable way of becoming her lawful spouse; for Isabella's incomparable virtue made it hopeless to obtain her in any other way, nor would he have done so even, if he could, for his own noble disposition, and the high estimation in which he held her, forbade any bad thought to take root in his soul. A thousand times he determined to make known his passion to his father and mother, and as often broke his resolution, knowing that they had destined him to be the husband of a young Scotch lady of great wealth and good family, who, like themselves, secretly professed the catholic faith; and it seemed clear to him, that after having betrothed him to a lady of rank, they would not think of bestowing him on a slave, if that name could be applied to Isabella. Agitated by these distressing reflections, not knowing what course to pursue or whom to consult, he fell into a melancholy that nearly cost him his life. But thinking it was a very cowardly thing to let himself die without making any kind of effort for his own relief, he strove to gather up courage enough to declare his feelings to Isabella.
Andaban todos los de casa tristes y alborotados por la enfermedad de Ricaredo, que de todos era querido, y de sus padres con el extremo posible; así por no tener otro como porque lo merecía su mucha virtud, y su gran valor, y entendimiento. No le acertaban los médicos la enfermedad, ni él osaba, ni quería, descubrírsela. En fin, puesto en romper por las dificultades que él se imaginaba, un día que entró Isabela a servirle, viéndola sola, con desmayada voz y lengua turbada, le dijo:   Everybody in the house was grieved for Richard's illness for he was beloved by them all, and by his parents to the utmost degree, both because he was their only child, and because his virtues, his worth, and good sense deserved all their affection. The physicians could not make out the nature of his complaint, nor could he himself venture to declare it. At last, one day when Isabella entered his room alone, to attend upon him, he said to her, with a faltering voice and stammering tongue,
—Hermosa Isabela, tu valor, tu mucha virtud y grande hermosura me tienen como me ves, si no quieres que deje la vida en manos de las mayores penas que pueden imaginarse, responda el tuyo a mi buen deseo, que no es otro que el de recebirte por mi esposa a hurto de mis padres, de los cuales temo que por no conocer lo que yo conozco que mereces, me han de negar el bien que tanto me importa. Si me das la palabra de ser mía, yo te la doy desde luego, como verdadero y cathólico christiano, de ser tuyo. Que, puesto que no llegue a gozarte, como no llegaré, hasta que con bendición de la Iglesia y de mis padres sea, aquel imaginar que con seguridad eres mía será bastante a darme salud, y a mantenerme alegre y contento hasta que llegue el felice punto que deseo.   "Lovely Isabella, your worth, your great virtue, and exceeding beauty, have brought me to the state you see; if you would not have me perish in the worst agonies that can be imagined, say that you return the love I feel for you, and consent to my fondest desire, which is to make you secretly my wife; for I fear that my parents, not knowing your merits as I do, would refuse me a blessing to me so indispensable. If you will give me your word to be mine, I here pledge you my own, as a true catholic Christian, to be yours; and though our union be deferred, as deferred it shall be until it can take place with the church's sanction and that of my parents, yet the thought that you will surely be mine, will be enough to restore me to health, and to keep my spirits buoyant until the happy day arrives."
En tanto que esto dijo Ricaredo, estuvo escuchándole Isabela con los ojos bajos, mostrando en aquel punto que su honestidad se igualaba a su hermosura, y a su mucha discreción su recato. Y así, viendo que Ricaredo callaba, honesta, hermosa y discreta, le respondió desta suerte:   Whilst Richard was speaking, Isabella stood with downcast eyes, and when he had ceased, she replied with equal modesty and good sense,
—Después que quiso el rigor o la clemencia del cielo (que no sé a cuál destos extremos lo atribuya) quitarme a mis padres, señor Ricaredo, y darme a los vuestros, agradecida a las infinitas mercedes que me han hecho, determiné que jamás mi voluntad saliese de la suya; y así, sin ella, tendría no por buena, sino por mala, fortuna la inestimable merced que queréis hacerme. Si con su sabiduría fuere yo tan venturosa que os merezca, desde aquí os ofrezco la voluntad que ellos me dieren, y en tanto que esto se dilatare, o no fuere, entretengan vuestros deseos el saber que los míos serán eternos y limpios, en desearos el bien que el cielo puede daros.   "Ever since Heaven, in its anger or its mercy (I know not which), withdrew me from my parents, Señor Richard, and gave me to yours, I have resolved, in gratitude for the infinite kindness they have bestowed upon me, never to act in opposition to their wishes; and without their consent, I should regard the inestimable boon you desire to confer upon me, not as a good but as an evil fortune. Should it ever be my happy destiny to be acknowledged by them as worthy of you, be assured that my heart shall be yours; but till that time comes, or should it never come, let it console you to know that the dearest wish of my soul will ever be that you may know every blessing which Heaven can bestow upon you."
Aquí puso silencio Isabela a sus honestas y discretas razones, y allí comenzó la salud de Ricaredo, y comenzaron a revivir las esperanzas de sus padres, que en su enfermedad muertas estaban. Despidiéronse los dos cortésmente; él con lágrimas en los ojos, ella con admiración en el alma de ver tan rendida a su amor la de Ricaredo. El cual, levantado del lecho, al parecer de sus padres por milagro, no quiso tenerles más tiempo ocultos sus pensamientos. Y así, un día se los manifestó a su madre, diciéndole en el fin de su plática, que fue larga, que si no le casaban con Isabela que el negársela y darle la muerte era todo una misma cosa.   She said no more, but from that moment began the convalescence of Richard, and the revival of his parents' drooping hopes. The youthful pair took courteous leave of each other, he with tears in his eyes, and she wondering in her soul to see that of Richard captive to her love. As for him, having been raised from his sick bed by a miracle, as it seemed to his parents, he would no longer conceal from them the state of his feelings, but disclosed it one day to his mother, and ended a long conversation by declaring that they might as well put him to death as refuse him Isabella, for it amounted to the same thing.
Con tales razones, con tales encarecimientos subió al cielo las virtudes de Isabela, Ricaredo, que le pareció a su madre que Isabela era la engañada en llevar a su hijo por esposo. Dio buenas esperanzas a su hijo de disponer a su padre a que con gusto viniese en lo que ya ella también venía. Y así fue, que diciendo a su marido las mismas razones que a ella había dicho su hijo, con facilidad le movió a querer lo que tanto su hijo deseaba, fabricando excusas que impidiesen el casamiento que casi tenía concertado con la doncella de Escocia.   He extolled the virtues of Isabella in such terms, that he almost brought his mother to think that in becoming her son's wife she would have the worst of the bargain. Accordingly she gave Richard good hopes that she would prevail on his father to assent to his wishes, as she herself did; in this she succeeded, for by repeating to her husband all Richard's arguments, she easily induced him to approve of the young man's design, and to find excuses for breaking off the match with the Scotch lady.
A esta razón tenía Isabela catorce y Ricaredo veinte años; y en esta tan verde y tan florida edad, su mucha discreción y conocida prudencia los hacía ancianos. Cuatro días faltaban, para llegarse aquel en el cual sus padres de Ricaredo querían que su hijo inclinase el cuello al yugo santo del matrimonio, teniéndose por prudentes y dichosísimos de haber escogido a su prisionera por su hija, teniendo en más la dote de sus virtudes que la mucha riqueza que con la escocesa se les ofrecía. Las galas estaban ya a punto, los parientes y los amigos convidados, y no faltaba otra cosa sino hacer a la reina sabidora de aquel concierto, porque sin su voluntad y consentimiento entre los de ilustre sangre no se efectúa casamiento alguno, pero no dudaron de la licencia; y así, se detuvieron en pedirla. Digo pues, que estando todo en este estado, cuando faltaban los cuatro días hasta el de la boda, una tarde turbó su regocijo un ministro de la reina que dio un recaudo a Clotaldo que su majestad mandaba que otro día por la mañana llevasen a su presencia a su prisionera, la española de Cádiz. Respondióle Clotaldo, que de muy buena gana haría lo que su majestad le mandaba. Fuese el ministro, y dejó llenos los pechos de todos de turbación, de sobresalto y miedo.   At this time Isabella was fourteen and Richard twenty; but even in that early spring time of their youth, they were old in sense and judgment. It wanted but four days of the time appointed by Richard's parents when he should bend his neck to the holy yoke of matrimony; and wise and fortunate did they deem themselves in choosing their prisoner to be their daughter, esteeming her virtues to be a better dower than the great wealth of the Scotch lady. The preparations for the wedding were all made, the relations and friends of the family were invited, and nothing remained but to make known the intended match to the Queen, no marriage between persons of noble blood being lawful without her knowledge and consent; but making no doubt of obtaining the royal licence, they put off applying for it to the last. Things being in this state, their joy was disturbed one evening by the appearance of one of the Queen's servants with an order to Clotald from her Majesty, requiring his appearance before her next morning with his Spanish prisoner. He replied that he would cheerfully obey her Majesty's command. The messenger retired, and left the family in great perturbation;
—¡Ay —decía la señora Catalina—, si sabe la reina que yo he criado a esta niña a la cathólica, y de aquí viene a inferir que todos los desta casa somos christianos! pues si la reina le pregunta, qué es lo que ha aprendido en ocho años que hace que es prisionera, ¿qué ha de responder la cuitada que no nos condene, por más discreción que tenga?   "Alas," said dame Catherine, "what if the Queen knows that I have brought up this girl as a Catholic, and thence infers that we are all of us Christians in this house! For, if her Majesty asks her what she has learned during the eight years she has been with us, what answer can she give with all her discretion, poor timid girl, that will not condemn us?"
Oyendo lo cual Isabela, le dijo: —No le dé pena alguna, señora mía, ese temor, que yo confío en el cielo que me ha de dar palabras en aquel instante, por su divina misericordia, que no sólo no os condenen, sino que redunden en provecho vuestro.   "Be under no fear on that account, dear lady," said Isabella; "for I trust in the divine goodness and mercy of Heaven, that it will put such words into my mouth as will not only not condemn you, but redound to your advantage."
Temblaba Ricaredo, casi como adivino de algún mal suceso. Clotaldo buscaba modos que pudiesen dar ánimo a su mucho temor y no los hallaba, sino en la mucha confianza que en Dios tenía, y en la prudencia de Isabela, a quien encomendó mucho, que por todas las vías que pudiese, excusase de condenallos por cathólicos, que puesto que estaban promptos con el espíritu a recebir martirio, toda vía la carne enferma rehusaba su amarga carrera. Una y muchas veces le aseguró Isabela estuviesen seguros que por su causa no sucedería lo que temían y sospechaban porque, aunque ella entonces no sabía lo que había de responder a las preguntas que en tal caso le hiciesen, tenía tan viva y cierta esperanza que había de responder de modo que, como otra vez había dicho, sus respuestas les sirviesen de abono.   Richard trembled as if he foreboded some calamity. Clotald cast about for some encouragement to allay his grievous fears, and found none but in his great trust in God and in the prudence of Isabella, whom he earnestly entreated to try in every possible way to avoid convicting them of being Catholics; for, though their spirits were willing to encounter martyrdom, yet their flesh was weak and recoiled from the bitter trial. Isabella assured them over and over again that they might set their minds at rest; what they apprehended should not befal them through her instrumentality; for though she knew not then what answer she should make to the questions that should be put to her on the morrow, she had a lively and confident hope that she would reply in such a manner as would be for their good.
Discurrieron aquella noche en muchas cosas, especialmente en que si la reina supiera que eran cathólicos, no les enviara recaudo tan manso, por donde se podía inferir que sólo querría ver a Isabela, cuya sin igual hermosura y habilidades habría llegado a sus oídos, como a todos los de la ciudad. Pero ya en no habérsela presentado se hallaban culpados; de la cual culpa hallaron sería bien disculparse, con decir que desde el punto que entró en su poder, la escogieron y señalaron para esposa de su hijo Ricaredo. Pero también en esto se culpaban por haber hecho el casamiento sin licencia de la reina, aunque esta culpa no les pareció digna de gran castigo. Con esto, se consolaron, y acordaron que Isabela no fuese vestida humildemente como prisionera, sino como esposa, pues ya lo era de tan principal esposo como su hijo.   Many were the comments and surmises they made that night on this unwelcome incident, and especially it occurred to them that, if the Queen knew they were Catholics, she would not have sent them so mild a message; it seemed reasonable to infer from it, that she only desired to see Isabella, the fame of whose incomparable beauty and accomplishments, known to every one in the capital, must have reached her Majesty's ears. Clotald and his wife confessed to themselves, however, that they had done wrong in not presenting her at court, and they thought the best excuse they could make for this, was to say that ever since she had come into their hands, they had destined her to be the wife of their son. But even this would be acknowledging themselves culpable, since it would appear that they arranged the marriage without the Queen's leave; but such an offence would probably not incur any severe punishment. In this way, they comforted themselves, and they resolved that Isabella should not be dressed humbly like a prisoner, but in rich bridal attire, such as became the betrothed of a gentleman of importance Ike their son.
Resueltos en esto, otro día vistieron a Isabela a la española, con una saya entera de raso verde acuchillada y forrada en rica tela de oro, tomadas las cuchilladas con unas eses de perlas, y toda ella bordada de riquísimas perlas; collar y cintura de diamantes, y con abanico, a modo de las señoras damas españolas. Sus mismos cabellos, que eran muchos, rubios y largos, entretejidos y sembrados de diamantes y perlas, le servían de tocado. Con este adorno riquísimo, y con su gallarda disposición y milagrosa belleza, se mostró aquel día a Londres sobre una hermosa carroza, llevando colgados de su vista las almas y los ojos de cuantos la miraban. Iban con ella Clotaldo y su mujer, y Ricaredo, en la carroza, y a caballo muchos ilustres parientes suyos. Toda esta honra quiso hacer Clotaldo a su prisionera, por obligar a la reina la tratase como a esposa de su hijo.   Next day accordingly they dressed Isabella in the Spanish style, in a robe of green satin with a long train, and slashes lined with cloth of gold and looped with the pearls, the whole being adorned with precious stones; a diamond necklace and girdle, with a fan such as is carried by Spanish ladies; and for head dress her own luxuriant golden hair entwined with diamonds and pearls. In that sumptuous attire, with her sprightly air and marvellous beauty, she made her appearance in London in a handsome coach, fascinating the eyes and souls of all who beheld her.Clotald, his wife, and Richard rode with her in the coach, and many noble relations of the family escorted her on horseback, Clotald desiring that all these honours should be paid to his prisoner, in order that the queen might treat her as his son's betrothed.
Llegados pues a palacio, y a una gran sala donde la reina estaba, entró por ella Isabela, dando de sí la más hermosa muestra que pudo caber en una imaginación. Era la sala grande y espaciosa, y a dos pasos se quedó el acompañamiento y se adelantó Isabela; y como quedó sola, pareció lo mismo que parece la estrella, o exalación, que por la región del fuego en serena y sosegada noche, suele moverse, o bien ansí como rayo del sol, que al salir del día, por entre dos montañas se descubre. Todo esto pareció, y aun cometa, que pronosticó el incendio de más de un alma de los que allí estaban, a quien amor abrasó con los rayos de los hermosos soles de Isabela. La cual llena de humildad y cortesía, se fue a poner de hinojos ante la reina y, en lengua inglesa, le dijo:   When they arrived at the palace, and entered the vast hall in which her majesty was seated, Isabella's escort halted at the lower end, and she herself advanced alone in all her inconceivable beauty, producing an effect like that of a brilliant meteor shooting through the sky on a calm clear night, or of a sunbeam darting at the first dawn of day through a mountain gorge. A comet she seemed, portending a fiery doom to the hearts of many in that presence hall. Full of meekness and courtesy, she advanced to the foot of the throne, knelt before the queen, and said to her in English,
—Dé, vuestra majestad, las manos a esta su sierva, que desde hoy más se tendrá por señora, pues ha sido tan venturosa que ha llegado a ver la grandeza vuestra.   "May it please your Majesty to extend your royal hands to your servant's lips, who will henceforth esteem herself exalted, since she has been so fortunate as to behold your grandeur."
Estúvola la reina mirando por un buen espacio sin hablarle palabra, pareciéndole, como después dijo a su camarera, que tenía delante un cielo estrellado, cuyas estrellas eran las muchas perlas y diamantes que Isabela traía; su bello rostro y sus ojos el sol y la luna, y toda ella una nueva maravilla de hermosura. Las damas que estaban con la reina, quisieran hacerse todas ojos, porque no les quedase cosa por mirar en Isabela. Cuál acababa la viveza de sus ojos, cuál la color del rostro, cuál la gallardía del cuerpo, y cuál la dulzura de la habla. Y tal hubo, que de pura envidia, dijo:   The queen remained a good while gazing on her without saying a word, figuring to herself, as she afterwards told her lady of the bed-chamber, that she had before her a starry heaven, the stars of which were the many pearls and diamonds worn by Isabella; her fair face and her eyes its sun and moon, and her whole person a new marvel of beauty. The queen's ladies would fain have been all eyes, that they might do nothing but gaze on Isabella; one praised her brilliant eyes, one her complexion, another her fine figure, another her sweet voice; and one there was who said in pure envy,
—Buena es la española, pero no me contenta el traje.   "The Spaniard is good looking, but I do not like her dress."
Después que pasó algún tanto la suspensión de la reina, haciendo levantar a Isabela le dijo:   At last the queen motioned to Isabella to rise, and said to her,
—Habladme en español, doncella, que yo le entiendo bien, y gustaré dello. —Y volviéndose a Clotaldo dijo—: Clotaldo, agravio me habéis hecho en tenerme este tesoro tantos años hace encubierto, mas él es tal que os haya movido a codicia. Obligado estáis a restituírmele, porque de derecho es mío.   "Speak to me in Spanish, maiden, for I understand it well, and shall like to hear it." Then turning to Clotald, "You have done me wrong, Clotald," she said, "in keeping this treasure so many years concealed from me; but it is such a one as may well have excited you to avarice. You are bound however to restore it to me, for by right it is mine."
—Señora —respondió Clotaldo—, mucha verdad es lo que v. majestad dice; confieso mi culpa, si lo es haber guardado este tesoro a que estuviese en la perfección que convenía, para aparecer ante los ojos de V. M., y aora que lo está, pensaba traerle mejorado, pidiendo licencia a V. M. para que Isabela fuese esposa de mi hijo Ricaredo, y daros, alta majestad, en los dos todo cuanto puedo daros.   "My liege," replied Clotald, "what your majesty says is quite true; I confess my fault, if it is one, to have kept this treasure until it arrived at the perfection suitable for appearing before your majesty's eyes. Now that it has done so, I had it in mind to enhance it still more, by asking your majesty's leave for Isabella to become the wife of my son Richard."
—Hasta el nombre me contenta —respondió la reina—; no le faltaba más, sino llamarse Isabela la española, para que no me quedase nada de perfección que desear en ella. Pero advertid, Clotaldo, que sé que sin mi licencia la teníades prometida a vuestro hijo.   "I like her name, too," returned the queen. "Nothing was wanting to the fulness of her perfection but that she should be called Isabella the Spaniard. But, mark you, Clotald, I know that, without my leave, you have promised her to your son."
—Así es verdad, señora —respondió Clotaldo—, pero fue en confianza, que los muchos y relevados servicios, que yo y mis pasados tenemos hechos a esta corona, alcanzarían de V. M. otras mercedes más dificultosas que las desta licencia, cuanto más, que aún no está desposado mi hijo.   "That is true, my liege, but it was in the confident hope that the many eminent services which my ancestors and I have rendered to the crown, would obtain from your majesty favours still more difficult to grant than the leave in question, the more so as my son is not yet wedded."
—Ni lo estará —dijo la reina— con Isabela, hasta que por sí mismo lo merezca. Quiero decir, que no quiero que para esto le aprovechen vuestros servicios, ni los de sus pasados, él por sí mismo se ha de disponer a servirme y a merecer por sí esta prenda, que ya la estimo como si fuese mi hija.   "Nor shall he be wedded to Isabella," said the queen, "until he has merited it in his own person. I mean that I will not have him avail himself to that end of your services or those of his forefathers. He must himself prepare to serve me, and win by his own deserts this prize which I esteem as if she were my daughter."
Apenas oyó esta última palabra Isabela, cuando se volvió a hincar de rodillas ante la reina, diciéndole en lengua castellana:   The queen had no sooner uttered these last words than Isabella again fell on her knees before her, saying in Spanish,
—Las desgracias que tales descuentos traen, serenísima señora, antes se han de tener por dichas que por desventuras.Ya V. M. me ha dado nombre de hija; sobre tal prenda ¿qué males podré temer, o qué bienes no podré esperar?   "Such thwartings as these, most gracious sovereign, are rather to be esteemed auspicious boons than misfortunes. Your majesty has given me the name of daughter; after that what can I have to fear, or what may I not hope?"
Con tanta gracia y donaire decía cuanto decía Isabela, que la reina se le aficionó en extremo, y mandó que se quedase en su servicio. Y se la entregó a una gran señora, su camarera mayor, para que la enseñase el modo de vivir suyo. Ricaredo, que se vio quitar la vida, en quitarle a Isabela, estuvo a pique de perder el juicio; y así, temblando y con sobresalto, se fue a poner de rodillas ante la reina, a quien dijo:   Isabella uttered this with so winning a grace, that the queen conceived an extreme affection for her, desired that she should remain in her service, and committed her to the care of a great lady, her keeper of the robes, who was to instruct her in the duties of her new position. Richard, who saw himself thus, as it were, deprived of his life in losing Isabella, was almost at his wits' end. Agitated and discomfited, he knelt before the queen, and said,
—Para servir yo a v. majestad no es menester incitarme con otros premios que con aquellos que mis padres y mis pasados han alcanzado por haber servido a sus reyes. Pero, pues v. majestad gusta que yo la sirva con nuevos deseos y pretensiones, querría saber en qué modo y en qué ejercicio podré mostrar que cumplo con la obligación en que v. majestad me pone.   "I need no other rewards to induce me to serve your majesty than such as my ancestors have obtained in the service of your royal predecessors; but since it is your majesty's pleasure that I should have new motives and incentives for my zeal, I would crave to know in what way I may fulfil your majesty's behest?"
—Dos navíos —respondió la reina— están para partirse en corso, de los cuales he hecho general al barón de Lansac. Del uno dellos os hago a vos capitán, porque la sangre de donde venís me asegura que ha de suplir la falta de vuestros años. Y advertid a la merced que os hago, pues os doy ocasión en ella a que correspondiendo a quien sois, sirviendo a vuestra reina, mostréis el valor de vuestro ingenio y de vuestra persona, y alcancéis el mejor premio que a mi parecer vos mismo podéis acertar a desearos. Yo misma os seré guarda de Isabela, aunque ella da muestras que su honestidad será su más verdadera guarda. ¡Id con Dios! que, pues vais enamorado, como imagino, grandes cosas me prometo de vuestras hazañas. Felice fuera el rey batallador que tuviera en su ejército diez mil soldados amantes que esperaran que el premio de sus victorias había de ser gozar de sus amadas. Levantaos, Ricaredo, y mirad si tenéis o queréis decir algo a Isabela, porque mañana ha de ser vuestra partida.   "There are two ships ready to set out on a cruise," said the queen, "of which I have made the Baron de Lansac general. I appoint you captain of one of them, being assured that the qualities you derive from those whose blood is in your veins will supply the defect of your years. Mark what a favour I confer upon you, since I give you an opportunity to signalise yourself in the service of your queen, to display your capacity and your valour, and to win the highest reward, methinks, which you yourself could desire. I myself will be Isabella's guardian, though she manifests that her own virtue will be her truest guardian. Go in God's name; for since you are in love, as I imagine, I expect great things from your prowess. Fortunate were the king who in time of war had in his army ten thousand soldiers in love, expecting to obtain their mistresses as the reward of their victories. Rise, Richard, and if you have anything to say to Isabella, say it now, for to-morrow you must sail."
Besó las manos a la reina, estimando en mucho la merced que le hacía, y luego se fue a hincar de rodillas ante Isabela, y queriéndola hablar, no pudo porque se le puso un nudo en la garganta que le ató la lengua y las lágrimas acudieron a los ojos, y él acudió a disimularlas lo más que le fue posible; pero con todo esto, no se pudieron encubrir a los ojos de la reina, pues dijo:   Richard kissed the queen's hands, highly prizing the favour she had conferred upon him, and went and knelt before Isabella. He tried to speak to her, but could not, for he felt as if there was a knot in his throat that paralysed his tongue. He strove with all his might to keep down the tears that started into his eyes, but he could not conceal them from the queen.
—No os afrentéis, Ricaredo, de llorar, ni os tengáis en menos por haber dado en este trance tan tiernas muestras de vuestro corazón, que una cosa es pelear con los enemigos y otra despedirse de quien bien se quiere. Abrazad, Isabela, a Ricaredo y dadle vuestra bendición, que bien lo merece su sentimiento.   "Shame not to weep, Richard," said her majesty, "nor think less of yourself for allowing such evidence of a tender heart to escape you, for it is one thing to fight the enemy, and another to take leave of one who is dearly loved. Isabella, embrace Richard, and give him your blessing: his affection well deserves it."
Isabela, que estaba suspensa y atónita de ver la humildad y dolor de Ricaredo, que como a su esposo le amaba, no entendió lo que la reina le mandaba, antes comenzó a derramar lágrimas, tan sin pensar lo que hacía, y tan sesga y tan sin movimiento alguno que no parecía, sino que lloraba una estatua de alabastro. Estos afectos de los dos amantes, tan tiernos y tan enamorados, hicieron verter lágrimas a muchos de los circunstantes, y sin hablar más palabra Ricaredo, y sin le haber hablado alguna a Isabela, haciendo Clotaldo, y los que con él venían, reverencia a la reina, se salieron de la sala llenos de compasión, de despecho, y de lágrimas.   Isabella's heart ached to see Richard so cast down. She could not understand what her majesty said. Conscious of nothing but her grief, motionless, and blinded by her tears, she looked like a weeping statue of alabaster. The anguish of the two lovers drew tears from most of the beholders. In fine, Richard and Isabella separated without exchanging a word; and Clotald and his friends, after saluting the queen, left the hall full of grief and pity.
   
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