Imitación de María

Imitación de María

Capítulo 22


 

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Imitación de María

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Capítulo XXII
 

Que el culto de la Eucaristía es la mejor serial de amor divino.


Singular fue mi amor al Misterio que instituyó mi Hijo en su última cena para comida y bebida de sus fieles.

No pudo dar cosa mayor que a Sí mismo para permanecer con los suyos que amaba, hasta la consumación de los siglos.

¿Qué otro consuelo tuve después de la muerte de mi Hijo, sino el recibirlo constantemente de manos del Discípulo amado, que me recibió por madre suya?

En este Sacramento descansó siempre mi alma, porque en él está mi Hijo, y no solo lo recibí en mi vida como espiritual alimento, sino como Viático en la hora de mi muerte.

Aquellos me son especialmente caros, que suelen venerar humilde y amorosamente este Misterio, con el cual se encienden en fervor las almas piadosas.

De ningún modo, hijo mío, puedes manifestar mejor tu amor a Dios que sabiendo adorar devotamente este Sacramento.

Sabes ya de qué modo has de prepararte para recibirlo: juntando a la humildad y al amoroso deseo, angelical pureza de corazón.

Si lo recibes solo por costumbre, no esperes sacar de él mucho fruto, sino tal vez culpabilidad.

Te recomiendo especialmente que le visites a menudo, aunque no lo recibas con tanta frecuencia.

¡Cuántos días permanece mi Hijo en el templo como en un desierto y soledad, y nadie asiste a su presencia sino los Ángeles!

Todo el mundo corre tras los negocios sin acordarse de Aquel que con gran paciencia aguarda a los hombres.

Llama, y nadie acude; convida, y pocos asisten; ofrece gracias, y pocos las aceptan.

Créeme, no hay mejor peregrinación que la que se hace al tabernáculo de mi Hijo y trono de su Majestad.

¿Qué aprovecha que arda en su presencia la lámpara solitaria, si ninguno de los fieles le acompaña?

Aquí recibirás toda gracia, corregirás la tibieza, y consolarás el corazón en sus tribulaciones.

Aquí recibirás buenos consejos y excelentes inspiraciones en tus angustias.

Deja alguna vez la compañía de los hombres, entre los cuales muchas veces andarás extraviado, y llégate a Cristo en su tabernáculo, en donde se alcanzan luces abundantes.

Te llamará su cortesano y amigo si te viere frecuentemente ante su altar; y si algo te atormenta, allí podrás recrearte.

Aquí se pondrá de manifiesto tu amor, si considerares el que se encierra hacia ti en este divinísimo Sacramento, y lo saborearás con consuelo cuando vayas a la casa de la eternidad. ¡Sígueme!

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