Capítulo 15
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Imitación de María |
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Capítulo XV | ||
Que el buen uso de las gracias es medio seguro de salvación.
Recibí con gozo las gracias que me concedió el Señor, para servirme de ellas para el bien y cooperar al aprovechamiento de mi alma. El Ángel me saludó llena de gracia, y, realmente, solo procuré vivir conforme a ella. Toda la Trinidad santísima me adornó de innumerables gracias. El Padre me amó como Hija, el Hijo como Madre, y el Espíritu Santo como Esposa. Nunca resistí a inspiración alguna, sino que obre siempre conforme a los movimientos de la gracia. Por mi fiel cooperación la recibí siempre mayor, y así fui aumentando maravillosamente mis méritos desde el primer instante de mi concepción hasta los años de mi vejez. Nunca te falta la gracia, hijo mío; tú eres quien faltas a ella. Cítame un solo momento en que Dios no haya hablado a tu mente, aun cuando resistías a su gracia. Si dedicas algún rato a la lectura espiritual, si meditas, si oyes la palabra divina, si asistes al santo Sacrificio de la Misa, si oras, si observas la creación, dime, ¿cuántas gracias no experimentas? Si te condenas, ¿podrás culpar a Dios, o más bien a tu mala voluntad que resistió siempre a su gracia? Por cierto, usas tan mal de las gracias interiores como de las corporales y exteriores. Tienes cinco sentidos, y les permites satisfacciones nocivas: tienes salud, y la destruyes con tus excesos. Tienes hermosura, y la haces servir para la vanidad: tienes fuerzas, y las consumes en frivolidades. Tienes tiempo, y lo disipas en cosas inútiles: tienes horas, y las pierdes en diversiones. Me llamas muy bien Madre de la divina gracia, pero te ocupas muy poco en hacer buen uso de la gracia. No merece se le dé más gracia el que no obedece a sus inspiraciones. Gran terror te causarán en la hora de la muerte las gracias que has despreciado, y te espantarás en el juicio cuando se te manifieste su número y se te eche en cara el poco caso que de ellas hiciste. ¡Cuántos otros se hubieran convertido si hubiesen tenido las gracias que tú! Aprovéchalas mejor en adelante para que no sea horrendo tu último fin. Con un solo grado de gracia puedes vencer todo el poder de Satanás. No sabiendo de cual gracia depende tu eterna salvación, tenlas todas en grande estima, a fin de que aquella no corra peligro. La gracia de Dios es grande seguridad del alma cuando está tentada, y a ella se sigue grande gloria cuando con ella se ha vencido la tentación. No cesaré de alcanzarte gracias de Dios, si me invocas y te muestras fiel a ellas. ¡Sígueme! |
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