Capítulo 12
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Imitación de María |
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Capítulo XII | ||
Que el cuidado en mantener la paz es aumento saludable de caridad.
Nunca tuve con persona alguna contienda o disensión. No solo reconcilié a los que andaban divididos, sino que vigilé siempre para que nadie ofendiese a otro con palabras, o le mostrase enemistad. Amé la paz, y tuve concordia aun con sus enemigos. Tuve íntima unión con todos los que servían a Dios, y a los díscolos no les traté con dureza, sino con benignidad, para hacerlos buenos. Preferí siempre ceder yo la primera, a tener disputas en detrimento de la caridad. El sabio ama la paz, y el imprudente solo gusta de contiendas. El que no tiene paz consigo mismo busca reñir con otros, y presto disputa por cualquier nimiedad. Huye de todo lugar donde no haya paz, y apártate de todo hombre que tenga espíritu de discordia. Vive pacíficamente con todos, y no por dolo, sino por santa caridad. Huye de los chismosos, porque son ministros de Satanás, y no hacen más que sembrar sospechas y disensiones. Los que delante de ti hablan mal de otros y vienen a contarte al oído sus defectos, lo mismo harán de ti delante de los demás. Hijo mío, ten por cierto que los que no tienen caridad con los demás, tampoco son sinceros contigo. Y si quieren oir tu parecer, es solo para contárselo en seguida a otros y enemistarte con ellos. Si crees a todo adulador, verás lo que te sucederá; y si deseas oir de tu prójimo noticias que no te atañen, es segura la pérdida de tu paz. La paz de los justos es grande alegría del corazón, pues se edifican mutuamente en la virtud. La paz con los impíos es cruel guerra, pues el uno precipita al otro en el mal. Los que sirven fielmente a Dios y siguen la verdadera piedad, estos son los que andan unidos en santa paz. El alma inocente y el corazón humilde ignoran lo que son contiendas y disputas. Los vanidosos y soberbios gustan de altercar, y los que aman las cosas terrenas andan siempre divididos. No disputes con los que son más que tú, porque incurrirás en pena; ni con tus inferiores, porque caerás en ignominia. Procura reconciliar a los enemistados: si no quieren escucharte, déjalos; mejor te irá quedando solo que en compañía de litigantes. Pon primero en orden tus pasiones, y entonces podrás pacificar con provecho a los demás. Prefiere dar algo de lo tuyo antes no alteres la paz con el prójimo; renuncia a tu opinión, si no va en ello la gloria de Dios; y procura avenirte con los demás antes que suscitar riñas entre ellos. No dejes de cumplir esta ley de caridad, y veras en el cielo al Dios de paz. ¡Sígueme! |
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