Que el retiro es firme apoyo de la piedad.

No vela bien por su alma el que no sabe apartarse de la multitud. Buena es la soledad, en la cual Dios habla al hombre, y su espíritu se une al alma fiel.

Yo, hijo mío, en ninguna parte gocé de mayor dulzura que en la soledad.

Apenas contaba tres años fui conducida por mis padres del mundo al templo, donde tuve mi humilde retiro.

En verdad, mi alma estuvo siempre en presencia de Dios, pero nunca mejor que viviendo lejos de los hombres.

En la soledad fui saludada por el Ángel y hecha Madre de Dios.

Si una sola vez gustases, hijo mío, los tesoros de la soledad, no buscarías tanto la compañía de los hombres; y si una vez en tu retiro hubieses conversado con el cielo, no discurrirías tanto en público.

¡Cuántas palabras inútiles profieres! ¡Cuántas cosas haces en sociedad que o no te aprovechan, o te dañan, y muchas veces son causa de enemistades!

¡Cuántas veces los hombres advierten tus flaquezas, y pierdes en público la buena opinión de que gozaste en el retiro!

¡Cuántas veces andas charlando cosas que después te dan pesadumbre! ¡Y cuántas otras llenas tu entendimiento de tonterías que luego no puedes rechazar tan pronto como quisieras!

Nada de esto te sucedería si amases la soledad y el recogimiento.

Dios no es escuchado en el tumulto, y el alma nada bueno siente allí. Si después de arreglar tus negocios te recogieses interiormente, verías con claridad en qué anduviste errado.

¡Oh! ¡Cuántas veces besarías las paredes de tu aposento, que te libran de los peligros del mundo, si supieses vivir en soledad y amar el retiro!

Aprende a apartarte de las concurrencias, para pensar seriamente en el provecho de tu alma.

Entonces tendrás tiempo de hablar contigo mismo, si te apartares del trato con los mundanos.

Entonces tratarás mejor tus negocios, si primero los has consultado en secreto con tu Dios.

Si no puedes estar siempre solo, procura estar siquiera con los buenos; pues también esto en cierto modo es retiro, ya que con estos pocos el alma no se disipa en cosas inútiles.

No recibas en tu compañía y amistad a quien no camina rectamente según Dios. ¡Sígueme!