Capítulo 9
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Imitación de María |
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Capítulo IX | ||
Que la recta intención con Dios es medio eficacísimo para obrar bien.
Hijo mío, la intención es la fisonomía del alma. Cual sea aquella, tal se presentará el alma a los ojos de Dios. Si tus obras llevan buena intención, hermosa será la fisonomía de tu alma; pero si la llevan mala, será deforme y abominable. Buena intención es la que obra por Dios; mala, empero, la que obra por interés terreno o por vanagloria. Todos mis actos, pensamientos y palabras los dirigí a la gloria de Dios; por esto entré en los cielos tan rica de meritos. Dormía aun en el regazo de mi madre Santa Ana, cuando ya lo dediqué todo a Dios para que en toda mi vida fuese glorificado. ¿Por qué andas tan solícito en juntar algunos bienes en la tierra, y no piensas en allegar riquezas para la celeste patria? Allí gozarás de todas las buenas obras que en este mundo hayas practicado, porque el bien obrar tiene asegurada grande recompensa. Si solo atiendes al gusto de los hombres y a sus vanas alabanzas, todo lo perdiste y en vano trabajaste. Nada más insensato que apetecer alabanzas de los hombres, que un momento después se convierten en vituperios. Para cosas más altas naciste, hijo mío: mira hacia arriba, y hazlo todo por Dios, aun las cosas más insignificantes. Grandes serán ellas si las practicares con buena intención. La recompensa que Dios te conceda, no se te quitará en toda la eternidad, aunque no sea más que por haber alzado del suelo una paja por Dios. Lo que con mala intención se comienza, rara vez tiene buen fin. Ciertamente, no puedes con la buena intención hacer buena una obra mala; pero puede una intención mala destruir una obra buena. Mira siempre a Dios, y sígueme. |
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