Imitación de María

Imitación de María

Capítulo 4


 

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Imitación de María

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Capítulo IV
 

Que la paciencia es el alimento de la piedad.


Muchas adversidades tuve en el mundo, y las sufrí con paciencia.

Mi vida, como la de mi Hijo, estuvo llena de cruces, y viví en medio de trabajos desde mi juventud. La pobreza, las persecuciones y el desprecio eran el pan cotidiano que Dios puso en mi mesa.

Los dolores y la muerte de mi Hijo me afligieron hasta lo más delicado del alma: con todo, nunca deje de tener paciencia.

Sin ella no puedes vivir, porque para alcanzar la vida eterna mucho debes padecer.

Estás condenado a la tribulación en este valle de lágrimas, como todos los hijos de Adán.

No te prometas vivir exento de los males de esta vida, en la cual entraste llorando, en la cual permaneces gimiendo, y de la cual saldrás con lágrimas y sudor de muerte.

Entre hombres condenados a padecer, ¿qué otra cosa esperas? Y si no padeces con resignación, ¿qué recompensa aguardas?

No hallarás virtud que puedas ejercitar con más frecuencia, pues siempre tendrás dentro o fuera de ti algo que te dará ocasión de paciencia.

Siempre se te harán más pesadas las miserias de este mundo si las sufres con impaciencia .y de mal grado.

¡Hijo mío! ¡Qué hermoso espectáculo ofrecerías a mi Hijo y a Mí si te viésemos siempre resignado en la adversidad!

Mas ¡ay de ti si la indignación perturba tu espíritu, y la falta de paciencia priva de merecimientos a tu alma!

Muéstrame un Santo que haya entrado en el cielo sin paciencia.

Mi Hijo y Yo dimos a todos ejemplo de sufrir todas las cosas; por esto son bienaventurados los que nos han seguido.

Nada hallarás más dulce que la paciencia, como la abraces de una vez generosamente.

Todas las cosas te serán dulces si las sufres por Dios a quien amas y por la gloria que esperas.

Un momento de paciencia te conseguirá una eternidad de gloria. Necesaria te es la paciencia para alcanzar las promesas divinas. ¡Sígueme!

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