Santa Teresa de Jesús

SANTA TERESA DE JESÚS

"Camino de perfección"

Capítulo 7

 

Biografía de Santa Teresa de Jesús en Wikipedia 

 

CAMINO DE PERFECCIÓN

Cap. 7

 
 
 
Capítulo 7

En que trata de la misma materia de amor espiritual, y da algunos avisos para ganarle.

 

1. Es cosa extraña qué apasionado amor es éste, qué de lágrimas cuesta, qué de penitencias y oración, qué cuidado de encomendar a todos los que piensa le han de aprovechar con Dios para que se le encomienden, qué deseo ordinario, un no traer contento si no le ve aprovechar. Pues si le parece está mejorado y le ve que torna algo atrás, no parece ha de tener placer en su vida; ni come ni duerme sino con este cuidado (1), siempre temerosa si alma que tanto quiere se ha de perder, y si se han de apartar para siempre, que la muerte de acá no la tienen en nada, que no quiere asirse a cosa que en un soplo se le va de entre las manos sin poderla asir. Es -como he dicho- (2) amor sin poco ni mucho de interés propio. Todo lo que desea y quiere es ver rica aquella alma de bienes del cielo.

Esta es voluntad, y no estos quereres de por acá desastrados, aun no digo los malos, que de ésos Dios nos libre: [2] en cosa que es infierno no hay que nos cansar en decir mal, que no se puede encarecer el menor mal de él. Este no hay para qué tomarle nosotras, hermanas, en la boca, ni pensar le hay en el mundo, en burlas ni en veras oírle, ni consentir que delante de vosotras se trate ni cuente de semejantes voluntades. Para ninguna cosa es bueno, y podría dañar aun oírlo. Sino de estotros lícitos, como he dicho, que nos tenemos unas a otras, o de deudos y amigas. Toda la voluntad es que no se nos muera: (3) si les duele la cabeza, parece nos duele el alma; si los vemos con trabajos, no queda -como dicen- paciencia; todo de esta manera.

3. Estotra voluntad no es así. Aunque con la flaqueza natural se siente algo de presto, luego la razón mira si es bien para aquel alma, si se enriquece más en virtud y cómo lo lleva, el rogar a Dios la dé paciencia y merezca en los trabajos. Si ve que la tiene, ninguna pena siente, antes se alegra y consuela; bien que lo pasaría de mejor gana que vérselo pasar, si el mérito y ganancia que hay en padecer pudiese todo dársele, mas no para que se inquiete ni desasosiegue.

4. Torno otra vez a decir (4), que se parece y va imitando este amor al que nos tuvo el buen amador Jesús; y así aprovechan tanto, porque no querrían ellos sino abrazar todos los trabajos, y que los otros sin trabajar se aprovechasen de ellos. Así ganan muy mucho los que tienen su amistad; y crean que, o los dejarán de tratar -con particular amistad, digo- o acabarán con nuestro Señor que vayan por su camino, pues van a una tierra, como hizo Santa Mónica (5) con San Agustín. No les sufre el corazón tratar con ellos doblez, porque si les ven torcer el camino, luego se lo dicen, o algunas faltas. No pueden consigo acabar otra cosa. Y como de esto no se enmendarán ni tratan de lisonja con ellos ni de disimularles nada, o ellos se enmendarán o apartarán de la amistad; porque no podrán sufrirlo, ni es de sufrir; para el uno y para el otro es continua guerra. Con andar descuidados de todo el mundo y no trayendo cuenta si sirven a Dios o no porque sólo consigo mismos la tienen, con sus amigos no hay poder hacer esto, ni se les encubre cosa. Las motitas ven. Digo que traen bien pesada cruz (6).

5. Esta manera de amar es la que yo querría tuviésemos nosotras. Aunque a los principios no sea tan perfecta, el Señor la irá perfeccionando. Comencemos en los medios, que aunque lleve algo de ternura, no dañará, como sea en general. Es bueno y necesario algunas veces mostrar ternura en la voluntad, y aun tenerla, y sentir algunos trabajos y enfermedades de las hermanas, aunque sean pequeños; que algunas veces acaece dar una cosa muy liviana tan gran pena como a otra daría un gran trabajo, y a personas que tienen de natural apretarle mucho pocas cosas (7). Si vos le tenéis al contrario, no os dejéis de compadecer; y por ventura quiere nuestro Señor reservarnos de esas penas y las tendremos en otras cosas, y de las que para nosotras son graves -aunque de suyo lo sean- para la otra serán leves. Así que en estas cosas no juzguemos por nosotras ni nos consideremos en el tiempo que, por ventura sin trabajo nuestro, el Señor nos ha hecho más fuertes, sino considerémonos en el tiempo que hemos estado más flacas.

6. Mirad que importa este aviso para sabernos condoler de los trabajos de los prójimos, por pequeños que sean, en especial a almas de las que quedan dichas; (8) que ya éstas, como desean los trabajos, todo se les hace poco, y es muy necesario traer cuidado de mirarse cuando era flaca y ver que si no lo es, no viene de ella; porque podría por aquí el demonio ir enfriando la caridad con los prójimos y hacernos entender es perfección lo que es falta. En todo es menester cuidado y andar despiertas, pues él no duerme, y en los que van en más perfección, más; porque son muy más disimuladas las tentaciones, que no se atreve a otra cosa, que no parece se entiende el daño hasta que está ya hecho, si -como digo- no se trae cuidado. En fin, que es menester siempre velar y orar, que no hay mejor remedio para descubrir estas cosas ocultas del demonio y hacerle dar señal que la oración (9).

7. Procurar también holgaros con las hermanas cuando tienen recreación con necesidad de ella y el rato que es de costumbre, aunque no sea a vuestro gusto, que yendo con consideración todo es amor perfecto (10). Así que es muy bien las unas se apiaden de las necesidades de las otras. Miren no sea con falta de discreción en cosas que sea contra la obediencia. Aunque le parezca áspero dentro en sí lo que mandare la prelada, no lo muestre ni dé a entender a nadie, si no fuere a la misma priora con humildad, que haréis mucho daño. Y sabed entender cuáles son las cosas que se han de sentir y apiadar de las hermanas, y siempre sientan mucho cualquiera falta, si es notoria, que veáis en la hermana. Y aquí se muestra y ejercita bien el amor en sabérsela sufrir y no se espantar de ella, que así harán las otras las que vos tuviereis, que aun de las que no entendéis deben ser muchas más; y encomendarla mucho a Dios, y procurar hacer vos con gran perfección la virtud contraria de la falta que le parece en la otra. Esforzarse a esto, para que enseñe a aquélla por obra lo que por palabra por ventura no lo entenderá, ni le aprovechará, ni castigo. Y esto de hacer una lo que ve resplandecer de virtud en otra, pégase mucho. Este es buen aviso; no se os olvide.

8. ¡Oh, qué bueno y verdadero amor será el de la hermana que puede aprovechar a todas, dejado su provecho por los de las otras, ir muy adelante en todas las virtudes y guardar con gran perfección su Regla! Mejor amistad será ésta que todas las ternuras que se pueden decir, que éstas no se usan ni han de usar en esta casa, tal como "mi vida", "mi alma", "mi bien", y otras cosas semejantes, que a las unas llaman uno y a las otras otro. Estas palabras regaladas déjenlas para con su Esposo, pues tanto han de estar con El y tan a solas, que de todo se habrán menester aprovechar, pues Su Majestad lo sufre, y muy usadas acá no enternecen tanto con el Señor; y sin esto, no hay para qué; es muy de mujeres y no querría yo, hijas mías, lo fueseis en nada, ni lo parecieseis, sino varones fuertes: que si ellas hacen lo que es en sí, el Señor las hará tan varoniles que espanten a los hombres. ¡Y qué fácil es a Su Majestad, pues nos hizo de nonada!

9. Es también muy buena muestra de amor en procurar quitarlas de trabajo y tomarle ella para sí en los oficios de casa, y también de holgarse y alabar mucho al Señor del acrecentamiento que viere en sus virtudes. Todas estas cosas, dejado el gran bien que traen consigo, ayudan mucho a la paz y conformidad de unas con otras, como ahora lo vemos por experiencia, por la bondad de Dios. Plega a Su Majestad lo lleve siempre adelante, porque sería cosa terrible ser al contrario, y muy recio de sufrir, pocas y mal avenidas; no lo permita Dios.

10. Si por dicha (11) alguna palabrilla de presto se atravesare, remédiese luego y hagan gran oración. Y en cualquiera de estas cosas que dure, o bandillos, o deseo de ser más, o puntito de honra (que) parece se me hiela la sangre, cuando esto escribo, de pensar que puede en algún tiempo venir a ser, porque veo es el principal mal de los monasterios), cuando esto hubiese, dense por perdidas. Piensen y crean han echado a su Esposo de casa y que le necesitan a ir a buscar otra posada, pues le echan de su casa propia. Clamen a Su Majestad. Procuren remedio. Porque, si no le pone confesar y comulgar tan a menudo, teman si hay algún Judas.

11. Mire mucho la priora, por amor de Dios, en no dar lugar a esto, atajando mucho los principios, que aquí está todo el daño o remedio; (12) y la que entendiere lo alborota, procure se vaya a otro monasterio, que Dios las dará con qué la doten. Echen de sí esta pestilencia. Corten como pudieren las ramas. Y si no bastare, arranquen la raíz. Y cuando no pudiesen esto, no salga de una cárcel quien de estas cosas tratare: mucho más vale, antes que pegue a todas tan incurable pestilencia. ¡Oh, que es gran mal! Dios nos libre de monasterio donde entra. Yo más querría entrase en éste un fuego que nos abrasase a todas.

Porque en otra parte creo diré algo más de esto -como en cosa que nos va tanto- no me alargo más aquí (13)

 

NOTAS CAPÍTULO 7

1 Entre líneas añadió la Santa en el códice de Toledo: no se ha de entender que es con inquietud interior.

2 En el c. 6, nn. 6 y 9.

3 En el códice de Toledo arregló la Autora este pasaje de suerte que dijese: sea nuestra voluntad tal que no nos quite la paz y libertad.

4 Véase lo dicho al fin del c. 6.

5 Amonica escribe la Santa.

6 La Santa suprimió allí un pasaje interesante de la 1ª redacción: ¡Oh dichosas almas que son amadas de los tales! ¡dichoso el día en que los conocieron! ¡Oh Señor mío! ¿no me haríais merced que hubiese muchas que así me amasen? Por cierto, Señor, de mejor gana lo procuraría que ser amada de todos los reyes y señores del mundo; y con razón, pues éstos no procuran, por cuantas vías pueden, hacer tales que señoreemos el mismo mundo y que nos estén sujetas todas las cosas de él.

Cuando alguna persona semejante conociereis, hermanas, con todas las diligencias que pudiere la Madre procure trate con vosotras. Quered cuanto quisiereis a los tales. Pocos debe haber, mas no deja el Señor de querer se entienda cuando alguno hay que llegue a la perfección. Luego os dirán que no es menester, que basta tener a Dios. Buen medio es para tener a Dios tratar con sus amigos; siempre se saca gran ganancia, yo lo sé por experiencia; que, después del Señor, si no estoy en el infierno, es por personas semejantes, que siempre fui muy aficionada me encomendasen a Dios, y ansí lo procuraba. Ahora tornemos a lo que íbamos.

7 Prosigue la 1ª redacción: Y no se espanten; que el demonio por ventura puso allí todo su poder con más fuerza que para que vos sintieseis las penas y trabajos grandes.

8 Importa este aviso... a almas de las que quedan dichas en el n. 4.

9 Alusión a dos consejos del Señor: Mt 26, 41 y 17, 20.

10 En la 1ª redacción seguían estas dos delicadas confidencias: Y es así que queriendo tratar del que no lo es tanto [tan perfecto], que no hallo camino en esta casa para que me parezca entre nosotras será bien tenerle; porque si por bien es, como digo, todo se ha de volver a su principio, que es el amor que queda dicho.

Pensé decir mucho de esotro [de la segunda especie de amor menos perfecto], y venido a adelgazar, no me parece se sufre aquí con el modo que llevamos; y por eso, lo quiero dejar en lo dicho, que espero en Dios, -aunque no sea con toda perfección- no habrá en esta casa disposición para que haya otra manera de amaros.

11 Por dicha: equivale a "por ventura".

12 Añadía con fuerza en la 1ª redacción: y cuando no bastare con amor, sean graves castigos.

13 El capítulo tenía un hermoso epílogo en la 1ª redacción. Helo aquí: Porque [en] otra parte trataré aún otra vez de esto, no digo aquí más, sino que quiero más que se quieran y amen tiernamente y con regalo (aunque no sea tan perfecto como el amor que queda dicho, como sea en general) que no haya un punto de discordia. No lo permita el Señor, por quien Su Majestad es, amén.

 

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