Los labios que amor mismo fabricara
Diciéndome "Te odio" han injuriado
A quien por serles fiel languidecía.
Mas vio ella mi estado doloroso
Y piedad, en su pecho despertando,
Reconvino a esa lengua que tan dulce
Era siempre en sus juicios ordinarios.
Enseñóle, pues, nuevo saludo,
Y trocado así por el "Te odio"
Llegó éste cual rosáceo día
Tras la noche que como un demonio
Despeñada es del cielo a los infiernos.
Desechó con odio ese "Te odio"
Y me salvó, diciéndome "Es a otro". |