El pecado de amarme me enceguece
Y mi alma posee, y cada parte;
Para este pecado no hay remedio,
Con tal fuerza se hincó dentro del pecho.
No hallo rostro grácil como el mío,
Ni formas tan discretas o tan nobles,
Y mis propios elogios me confirman
Que su mérito nadie sobrepuja.
Más cuando el espejo me revela
Mis facciones curtidas y rugosas
El amor por mí truécase en odio:
Amar ese despojo fuera inicuo.
Es a ti (que eres yo) a quien adoro
Pintando en mi vejez tus bellos años.
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