Cuando sufro agravios de Fortuna,
Lloro a solas mi suerte desdichada
Y lanzo al cielo sordo gritos vanos
Y maldigo, afligido, mi destino,
Codiciando de éste la esperanza,
De aquél los amigos, el semblante,
Y de otros ya el talento o el ingenio,
Mal provisto de cuanto más valoro.
Más sumido en tan negras reflexiones,
De pronto pienso en ti, y entonces canto
(Cual alondra elevándose en la aurora)
De la tierra sombría himnos al cielo.
Con tu amor recordado soy tan rico
Que las galas de un rey no envidiaría. |