¿Cómo puedo, privado del reposo,
Sentir alegría a mi regreso?
La noche no mitiga el mal del día,
Se hostigan mutuamente y con fiereza,
Y ambos, que son tan enemigos,
Sellan un pacto para torturarme,
Agobiando con quejas y fatigas
Las jornadas del viaje que me aleja.
Halago al día diciendo cuánto brillas
Y cómo lo iluminas si se nubla;
A la noche atezada le recuerdo
Que la argentas si no arden las estrellas,
Pero el día es más largo cada día,
Y la noche más torva cada noche
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