Cuando cuento las horas que sumergen
El día airoso en noche aborrecible,
Cuando veo marchitas las violetas
O argentados de blanco rizos negros,
Cuando encuentro desnuda la arboleda
Que fue dosel umbrío del rebaño,
O en gavillas el verde del estío
Y erizado de barbas entrecanas,
Evoco inquisitivo tu belleza,
Que al fin vencerá el Tiempo ineluctable,
Pues gracias y dulzuras se corrompen
Y mueren mientras otras proliferan.
Y no hay defensa contra la hoz del Tiempo
Salvo hijos que la burlen cuando partas. |