Capítulo 12
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Biografía de Efrén Rebolledo en Wikipedia | |
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Música: Dvorak - Piano Trio No. 2 in G minor, Op. 26 (B.56) - 3: Scherzo: Presto |
El enemigo |
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XII Guiada por la sugestión de Gabriel que desde hacía tiempo la dirigía, y con el pretexto de estar enferma su amiga mas amada, Clara manifestó su deseo de llevar el hábito de la damianita. Ya la veía el perverso amador en su pensamiento, vestida de religiosa, trocados sus vaporosos trajes por la tosca estameña, metida en su casa, y apagada la llamarada de oro de su cabellera bajo la nieve de la toca. Figurábasela reposada y grave discurrir por la casona, con su manto azul y el níveo escapulario colgante sobre el pecho, antojándosele que se había animado la santa Clara de San Felipe y bajado del muro a la vida más pura y místicamente hermosa. Para entonces queríale hacer un regalo de acuerdo con el carácter de Clara y con el acontecimiento, y pensó: como los colores de su patrona son el azul y el blanco la festejaré con una invasión de flores: por todas partes los ojillos tristes y desteñidos de los nomeolvides, los pálidos racimos de los plumbagos, los apiñados heliotropos enamorados del sol, y las violetas y los jacintos y las campánulas; y alternando con este matiz las frentes inmaculadas de las gardenias, las estrellas de plata de las margaritas, los cascabeles de perfume de los jazmines y las copas fragantes de los lirios; pero no, que tales encantos se desvanecerían luego como los jardines de los fuegos de artificio; y se encariñó con la idea de darle un rosario de brillantes cuentas de concha, encerrado en un huevo de plata, para que voltease diariamente entre sus dedos finos y puntiagudos; al fin resolvióse por un libro de oraciones, que comenzó a buscar sin descanso, hasta que encontró uno, artístico verdaderamente, que llegado el día le mando en elegante estuche. Era el antifonario alargado y pequeño, de marfil las pastas y cuajado de preciosos relieves; de cantos dorados y sujeto con un broche de oro; la impresión de letra gótica, y en las hojas adornadas con viñetas y rojas mayúsculas, hermosas estampas de santos. Cuando lo abrió Clara, leyó en la primera pagina este soneto de Gabriel: En tu mullido pecho de polares Las preces como místicos collares Oreando piadosa los tormentos y a la fe que vacila en el camino |
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