Almafuerte, Pedro B. Palacios en AlbaLearning

Almafuerte (Pedro B. Palacios)

"Evangélicas"

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Biografía de Almafuerte, Pedro B. Palacios en AlbaLearning

 
 
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Música: Rodrigo - A la sombra de Torre Bermeja
 
Evangélicas
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1. — Todos los sentimientos, aún los más delicados, no son otra cosa que órganos de relación, como los ojos y las manos, la sensibilidad epidérmica y el paladar.

2. — La naturaleza culmina en el ser humano más que en los astros: se manifiesta dentro de él, cada vez más numerosa y más ideal.

3. — Los hombres civilizados no se relacionan entre sí, con los solos instrumentos de sus sentidos de comunicación: se buscan, unos a los otros, y se apoyan unos en ios otros, por medio de la gama infinita de su sentimentalidad y de sus comunes aberraciones e idiosincrasias.

4. — A mayor suma de afectos, mayor suma de posibilidades de vida, dentro de la sociedad.

5. — Los insanos, las almas ausentes, tienen desequilibrado y roto su registro sentimental más que sus ideas, y por eso no encajan en el ambiente general. Los tontos todavía son hombres porque sienten con cierta ordenación.

6. — La solidaridad rudimentaria de las tribus se va desarrollando, complicando y consolidando, como una red de alambres invisibles, a medida que las tribus se van convirtiendo en naciones a causa de la civilización: el desarrollo cerebral corresponde al desarrollo de los sentimientos; porque los sentimientos no son más que tentáculos de apoyo de las ideas, órganos de comercio psicológico.

7. — La reciprosidad pasional no siempre es de beneficios mutuos, y la afectividad no siempre es de amor; lo mismo que los ojos, los labios, las manos y los pies, pongo por caso, no siempre nos sirven para relacionarnos amablemente con el escenario circunstante.

8. — Hay días en que un corazón es un foco luminoso, una fuente de leche y miel; y hay ocasiones en que es un fierro hecho ascua, una serpiente enfurecida.

9. — Los sentimientos son armas de dos puntas: la una que es esponja empapada en bálsamo, y la otra que es esponja, también, pero empapada en vitriolo.

10. — No te horrorices; como una mujer sin mundo y sin la noción del porvenir, de los vengativos, de los falsos, de los que se aman a sí mismo más de lo establecido, etc: el mal ha sido creado, no para que brille el bien con mayor esplendor, sino para producir el bien.

11. — Para lo malo y para lo bueno, el hombre superior, que es el hombre moderno, rechaza lo grosero y lo tangible como ineficaz: beneficia mayormente un buen recuerdo que una libra de pan, y mata más pronto una frase insidiosa que un grano de arsénico.

12. — Perfección, bondad, nobleza de corazón, instrumento angélico de relación, no es solo amor, tolerancia, misericordia y piedad: aquel que no es capaz de contragolpe espontáneo sobre la injuria, no es capaz de perdonar; porque quien es insensible a la ofensa, no tiene nada que olvidar generosamente.

13. — La virtud sin esfuerzo, no tiene mérito, porque no es la victoria de lo nuevo sobre lo viejo, del hombre sobre la bestia.

14. — Muchas cosas grandes, buenas y útiles para todos, por los siglos de los siglos, ha verificado el odio, el orgullo, la vanidad, el rencor, la envidia, la lujuria, la ingratitud: na hay método educativo más eficiente que la injusticia y ia crueldad... ¡y la injusticia y la crueldad son abominables en sí mismas!

15. — Como se ejercitan y desenvuelven metódicamente los órganos materiales y las falcutades psíquicas, sin olvidar ni una sola fibra ni menospreciar una sola célula, así también, deben ser cultivados y ordenados en series los sentimientos, en el corazón del hombre: todos ellos son indispensables para el fin individual y para el bien general, que es el Progreso.

16. — La verdadera moral, el perfecto estado de moralidad, es el equilibrio de la totalidad de los sentimientos, la posesión de todos ellos, y el uso de cada uno, en su oportunidad misma y para su solo objeto. Al arpa no se le corta ninguna cuerda, se le templan todas sobre ei mismo diapasón; y al árbol no se le poda para suprimirle, sino para vigorizarle todas sus condiciones inmanentes.

17. — Educa y regimenta los sentimientos con que hayan nacido tus hijos, de una manera integral; y serás un buen padre.

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