Amado Nervo en AlbaLearning

Amado Nervo

"El diamante de la inquietud"

Capítulo 13

Biografía de Amado Nervo en AlbaLearning

 
 
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Música: Brahms, Violin Sonata No. 1 - Op. 78
 
El diamante de la inquietud
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No en vano, empero, se lucha con un muerto, amigo. Es posible acaso vencerle; porque los muertos no son invencibles, no mandan tanto como se cree; pero la pugna es muy ruda y se van dejando en ella pedazos del alma.

Nuestro delicioso y angustioso idilio, nuestro doloroso placer, nos agotaba visiblemente. Como poníamos en cada caricia una vida, ¡qué extraño es que por la brecha de un beso la vida se escapase!

En aquella lucha debía, como es natural, sucumbir más pronto el más débil, y el más débil era Ana María.

Ana María que se me iba poniendo pálida, delgada, que languidecía de un modo alarmante, cuyos divinos ojos adquirían una expresión más honda de misterio, de vesania, de melancolía, de desolación.

¡Con qué encarnizamiento intenté hacerla olvidar!.., pero hay fantasmas que no nos dejan comer la flor de loto, que nos la arrebatan de los labios ávidos.

«Le souvenir des morts -dice Maeterlink- est même plus vivant que celui des vivants, comme s'ils y aidaient, comme si de leur côté ils faisaent un effort mystérieux pour rejoindre le nôtre».

Y aquel muerto hacía un esfuerzo verdaderamente formidable. Se agarraba con sus uñas negras al alma de Ana, y la perseguía con el puñal implacable de la idea fija:

-«Huye de ese hombre, huye de ese hombre!» -le repetía dentro de su pobre cerebro enloquecido.

*  *  *

Resolví viajar.

Vinimos a Europa y recorrimos todos esos sitios que hay que recorrer: navegamos en una góndola vieja y negruzca por los sucios canales de Venecia; subimos en funicular a unas montañas de Suiza, que parecían de estampería barata; paseamos por las playas de Niza; comimos la bouillabaisse, con mucho azafrán, en una polvorosa avenida de Marsella donde soplaba el mistral; contemplamos en una tarde, naturalmente de lluvia, las piedras negras de la Abadía de Westminster; confirmamos, en suma, con un bostezo digno del Eclesiástico, que «lo que fue es lo mismo que será y nada hay nuevo bajo del sol»; y un poquito más aburridos que antes, volvimos a Yanquilandia los tres: Ana María, el Muerto y yo...

El amigo.- ¿Sabes que tu historia me va pareciendo tonta e inverosímil?

Yo.- Lo de tonta, es una opinión; habrá quien la encuentre bella; lo de inverosímil lo dices porque no te acuerdas del proverbio francés: «Le vrai est parfois invraissamblable». En suma, ¿a qué llamamos verosímil? A lo vulgar, a lo común y corriente, a lo que sucede tal como lo preveíamos y sin sorpresa de lo preestablecido... Pues yo sostengo que eso es lo inverosímil justamente, porque infinita variedad de causas y concausas que no conocemos, el entreveramiento de influencias, de relaciones, de actos en que nos movemos, lo natural en la vida, lo verosímil debe ser justamente aquello que nos sorprende, que nos choca, que no obedece a las reglas caseras que en nuestra ignorancia queremos fijar a los sucesos.

Tú, amigo, que eres un hombre normal, o que crees serlo, quisieras que Ana María hubiese olvidado a su muerto, que le importasen un comino sus reproches, que procurase vivir feliz conmigo y no turbase esta felicidad con su descabellada idea de irse, de acudir a esa cita misteriosa que el difunto le daba en la soledad de un claustro... Pues precisamente porque esto hubiera sido lo lógico, no era lo natural y lo verosímil, ya que la naturaleza ni tiene nuestra lógica ni, como digo, obra conforme a nuestra verosimilitud.

También, te oigo decir: «En suma, se trataba de un simple caso de neurastenia...». Bueno, volvemos a las andadas: ¿y qué es la neurastenia? La neurastenia, óyelo bien, no es una enfermedad; es una evolución. Si el hombre no anda aún con taparrabo, si salió de la animalidad, lo debe sólo al predominio de su sistema nervioso. El sistema nervioso le ha hecho rey de la creación, ya que su sistema muscular es bien inferior al de muchos animales. Ahora bien, cada ser que en la sucesión de los milenarios ha avanzado un poco en relación con la horda, con la masa, ha sido en realidad un neurasténico... Sólo que antes no se les llamaba así. No pronuncies, pues, nunca con desdén esta palabra. Los neurasténicos se codean con un plano superior de la vida; son progenerados, candidatos a la humanidad...

El amigo.- Also sprach Zarathustra.

Yo.- ¿Te burlas? Me alegro, ¡así pondrás unos granitos de sal en estas páginas!

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