Tomás de Kempis - Imitación de Cristo

Tomás de Kempis

"Imitación de Cristo"

Libro Tercero:

Biografía de Tomás de Kempis en Wikipedia

 

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Imitación de Cristo

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Libro 3 - Cap 58

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Capítulo LVIII
 

No se deben escudriñar las cosas altas y los ocultos juicios de Dios.

 

1. Hijo, guárdate de disputar de materias altas y de los secretos juicios de Dios: por qué uno es abandonado a sí mismo, y al otro se le concede tanta gracia; por qué este es afligido sobremanera, y el otro tan altamente ensalzado.

Estas cosas exceden a toda humana capacidad; y no hay razón ni argumento que valga para investigar el juicio divino.

Por eso, cuando el enemigo te sugiera pensamientos de esta naturaleza, o cuando algunos hombres curiosos te preguntaren, responde aquello del Profeta: Justo eres, Señor, y recto tu juicio.

Y también: Los juicios del Señor son verdaderos, y justificados en sí mismos.

Mis juicios se han de temer, no examinar, porque son incomprensibles al humano entendimiento.

2. Tampoco te pongas a inquirir o disputar de los méritos de los Santos; cuál sea más santo o mayor en el reino de los cielos.

Estas cosas muchas veces causan contiendas y disensiones inútiles: fomentan también la soberbia y la vanagloria: de donde nacen envidias y discordias, cuando uno quiere dar imprudentemente la preferencia a un Santo, y el otro se empeña en preferir a otro.

Ningún fruto produce querer saber y escudriñar tales cosas, antes desagrada mucho a los Santos; porque Yo no soy Dios de discordia, sino de paz, la cual consiste más en la verdadera humildad que en la propia exaltación.

3. Algunos, con celo de amor, se aficionan a unos Santos más que a otros, pero más por afecto humano que divino.

Yo soy el que hice a todos los Santos: Yo les concedí la gracia: Yo les di la gloria.

Yo se los méritos de cada uno: Yo les previne con bendiciones de mi dulzura.

Yo conocí a mis amados antes de los siglos: Yo les escogí del mundo, y no ellos a Mí

Yo les llamé por gracia y los atraje por misericordia: Yo los conduje por entre las varias tentaciones.

Yo les envié dulcísimos consuelos: Yo les di perseverancia: Yo corone su paciencia.

4. Yo conozco al primero y al último: Yo los abrazo a todos con amor inestimable.

Yo soy digno de ser alabado en todos mis Santos, y ensalzado sobre todas las cosas: Yo debo ser honrado en cada uno de cuantos engrandecí y predestiné, sin que precediese algún merecimiento suyo.

No honra, pues, al grande quien despreciare a uno de mis pequeñuelos; porque Yo hice al grande y al pequeño.

Y el que deprimiere a uno de mis Santos, a Mi me deprime y a todos los demás del reino de los cielos.

Todos son una misma cosa por vínculo de caridad: todos tienen un mismo pensar y un mismo querer, y todos se aman recíprocamente.

5. Y, sobre todo, mas me aman a Mí que a sí mismos y a sus propios merecimientos.

Porque, elevados sobre sí mismos, y desprendidos de su amor propio, se entregan del todo a mi amor, y en él descansan con gozo inexplicable.

Nada hay que los pueda apartar ni desviar de Mí; porque, llenos de la verdad eterna, arden en el fuego inextinguible de mi amor.

Callen, pues, los hombres carnales y animales, y no disputen del estado de los Santos los que no saben amar sino los deleites privados: quitan y añaden según su capricho, no según agrada a la eterna Verdad.

6. Muchos, por efecto de ignorancia, mayormente los que entienden poco de espíritu, tarde saben amar a alguno con perfecto amor espiritual.

Y sea el afecto natural, sea la amistad humana, los inclina más a unos que a otros; y así como sienten de las cosas terrenas, así imaginan de las celestiales.

Mas hay grandísima diferencia entre lo que imaginan los hombres imperfectos y lo que saben los varones espirituales por la revelación superior.

7. Guárdate, pues, hijo, de tratar curiosamente de las cosas que excedan a tu alcance: lo que más debes procurar es ver cómo podrás llegar a ser siquiera el menor en el reino de Dios.

Y aun cuando alguno supiese quién es más santo que otro, o quién es mayor en el reino del cielo, ¿de qué le serviría saberlo si no se humillase delante de Mi por este conocimiento, y si no se levantase para ensalzar mi nombre con mayores alabanzas?

Es mucho mas acepto a Dios el que reflexiona sobre la gravedad de sus pecados y la poquedad de sus virtudes, y cuán lejos esta de la perfección de los Santos, que el que disputa sobre cual sea mayor o menor Santo.

Mejor es rogar a los Santos con devotas súplicas y lágrimas y con espíritu humilde implorar su favor, que escudriñar sus secretos con inútil investigación.

8. Ellos están bien y cumplidamente satisfechos con que los hombres sepan contentarse y refrenar sus vanas lenguas.

No se glorían de sus propios merecimientos, y nada bueno se atribuyen a sí mismos, sino todo a Mí, porque Yo les di cuanto tienen con mi infinita caridad.

Llenos están de tanto amor de la Divinidad, y de tal abundancia de gozos, que ninguna parte de gloria les falta, ni puede faltarles cosa alguna de las que hacen al hombre dichoso.

Cuanto más elevados están todos los Santos en la gloria, tanto más humildes son en sí mismos, y tanto más cercanos están a Mí, y son mas amados de Mí.

Por eso está escrito que rendían sus coronas delante de Dios, y pusieron su rostro en el suelo ante el Cordero, y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.

9. Muchos preguntan quién es mayor en el reino de Dios, al paso que ignoran si serán dignos de ser contados entre los ínfimos.

Gran cosa es poder ser en el cielo siquiera el menor, allí donde todos son grandes, porque todos se llamarán hijos de Dios.

El menor será grande entre mil, y el pecador de cien años morirá.

Cuando los discípulos preguntaron quién sería mayor en el reino de los cielos, oyeron esta respuesta:

Si no os hiciereis y volviereis como niños, no entrareis en el reino de los cielos: el que se humillare, pues, como este niño, será mayor en el reino de los cielos.

10. ¡Ay de aquellos que se desdeñan de humillarse voluntariamente con los pequeños! Porque la puerta baja y angosta del reino celestial no les dejará entrar.

¡Ay también de los ricos que en la tierra tienen sus consuelos! Porque cuando los pobres entrarán en el reino de Dios, quedarán ellos fuera dando aullidos.

Alegraos los humildes, y regocijaos los pobres, porque de vosotros es el reino de Dios, si seguís el camino de la verdad.

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