Tomás de Kempis - Imitación de Cristo

Tomás de Kempis

"Imitación de Cristo"

Libro Tercero:

Biografía de Tomás de Kempis en Wikipedia

 

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Imitación de Cristo

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Libro 3 - Cap 16

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Capítulo XVI
 

Que en solo Dios se debe buscar el verdadero consuelo.

 

1. Cualquier cosa desear que pueda o pensar para mi consuelo, no la espero aquí, sino en la otra vida.

Pues aunque yo solo tuviese todos los gustos del mundo y pudiese usar de todos sus deleites, cierto es que no podrían durar mucho. Así que, no podrás, alma mía, estar cumplidamente consolada, ni perfectamente recreada sino en Dios, que es consolador de los pobres y amparo de los humildes.

Espera un poco, alma mía; espera la promesa divina, y tendrás abundancia de todos los bienes en el cielo.

Si deseas desordenadamente estas cosas presentes, perderás las eternas y celestiales.

Sean las cosas temporales para el uso; las eternas, para el deseo.

No puedes saciarte de ningún bien temporal, porque no has sido criada para gozar de lo caduco.

2. Aunque tuvieses todos los bienes criados, no podrías ser feliz y bienaventurada; porque toda bienaventuranza y felicidad consiste en Dios, que creó todas las cosas.

No es como la que admiran y alaban los necios amadores de mundo; sino como la que esperan los buenos y fieles discípulos de Cristo, y como la que prueban algunas veces los espirituales y limpios de corazón, cuya conversación está en los cielos.

Vano es y breve todo consuelo humano.

El dichoso y verdadero consuelo es aquel que la Verdad hace sentir interiormente.

El hombre devoto lleva consigo a todas partes a su consolador Jesús, y le dice: Ayúdame, Jesús, Señor, en todo lugar y tiempo.

Sea, pues, mi consolación carecer con gusto de todo humano consuelo.

Y si tu consuelo me faltare, sea mi mayor consuelo tu voluntad y justa probación.

Porque no estarás enojado perpetuamente contra mí, ni me amenazarás para siempre.

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