Libro Segundo: |
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Biografía de Tomás de Kempis en Wikipedia | |
Imitación de Cristo |
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Capítulo V | ||
De la consideración de si mismo.
1. No debemos confiar demasiado en nosotros mismos, porque muchas veces nos faltan la gracia y la discreción. Poca luz hay en nosotros, y aun la perdemos prontamente por nuestra negligencia. Tampoco advertimos muchas veces la interior ceguera de nuestra alma. Muchas veces también obramos el mal, y lo excusamos peor. A veces nos mueve la pasión, y pensamos que es celo. Reprendemos en otros faltas mínimas, y tragamos las graves si son nuestras. Muy presto sentimos y exageramos lo que de otros sufrimos, mas no hacemos atención a lo que otros tienen que sufrir de nosotros. El que bien y rectamente considerase sus obras no tendría motivos para juzgar con severidad las ajenas. 2. El hombre recogido antepone el cuidado de sí mismo a todo otro cuidado; y el que tiene verdadero cuidado de sí, poco habla de otros. Nunca serás recogido y devoto si no callares las cosas ajenas, y si no mirares especialmente a ti mismo. Si fijas enteramente tu consideración en Dios y en ti, poco te moverán las cosas exteriores. ¿Dónde estás cuando no estás presente a ti mismo? Y cuando has divagado por todas partes, ¿qué has adelantado, si de ti te olvidaste? Si deseas tener paz y unión verdadera, conviene que pospongas todo lo del mundo, y tengas a ti solo delante de los ojos. 3. Mucho aprovecharás si te conservas libre de todo cuidado temporal. Muy menguado serás si alguna cosa temporal estimares. Nada te parezca grande, ni elevado, ni agradable, ni digno de estimación, sino puramente Dios o cosa que sea de Dios. Ten por vana toda consolación que te viniere de parte de las criaturas. El alma que ama a Dios desprecia todas las cosas sin Él. Solo Dios, eterno e inmenso, que todo lo llena, es gozo del alma y alegría verdadera del corazón. |
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