Tomás de Kempis - Imitación de Cristo

Tomás de Kempis

"Imitación de Cristo"

Libro Primero

Biografía de Tomás de Kempis en Wikipedia

 

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Imitación de Cristo

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Libro 1 - Cap 18

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Capítulo XVIII
 

Del ejemplo de los Santos Padres.

1. Considera bien los esclarecidos ejemplos de los Santos Padres, en los cuales resplandeció la verdadera perfección y religión, y verás cuan poco o casi nada es lo que hacemos.

¡Ay! ¿Qué es nuestra vida comparada con la suya?

Los Santos y amigos de Cristo sirvieron al Señor en hambre y sed, en frío y desnudez, en trabajos y fatigas, en ayunos y vigilias, en oraciones y santas meditaciones, en persecuciones y muchos oprobios.

2. ¡Oh! ¡Cuántas y cuán graves tribulaciones padecieron los Apóstoles, los Mártires, los Confesores, las Vírgenes, y todos los demás que quisieron seguir las pisadas de Jesucristo!

Pues ellos aborrecieron sus vidas en este mundo para poseerlas en la vida eterna. ¡Oh! ¡Cuán estrecha y retirada vida hicieron los Santos Padres en el yermo! ¡Cuán prolongadas y graves tentaciones padecieron atormentados por el enemigo! ¡Cuán continuas y fervientes oraciones ofrecieron a Dios! ¡Cuán rigurosa abstinencia practicaron! ¡Cuán gran celo y fervor tuvieron en su aprovechamiento espiritual! ¡Cuán fuertes combates sostuvieron para resistir a los vicios! ¡Cuán pura y recta intención tuvieron para con Dios!

Durante el día trabajaban, y por la noche se ocupaban en larga oración; y aun trabajando no cesaban de orar mentalmente.

3. Empleaban útilmente todo el tiempo: las horas les parecían cortas para darse a Dios; y hallaban tanta dulzura en la contemplación, que ni sentían la necesidad del mantenimiento corporal.

Renunciaban a todas las riquezas, honras, dignidades, amigos y parientes; ninguna cosa querían del mundo: apenas tomaban lo necesario a la vida, y les era pesado servir al cuerpo en las cosas necesarias.

De modo que eran pobres de cosas terrenas; pero muy ricos en gracia y virtudes.

En lo exterior eran necesitados; pero interiormente eran sustentados con la gracia y el consuelo divinos.

4. Eran extranjeros para el mundo; pero muy allegados a Dios, y sus familiares amigos.

Teníanse en nada a sí mismos, y parecían despreciables para el mundo; mas a los ojos de Dios eran muy preciosos y estimados.

Permanecían constantes en la verdadera humildad; vivían en sencilla obediencia; seguían el camino de la caridad y paciencia, y por eso aprovechaban cada día en espíritu, y alcanzaban mucha gracia delante de Dios.

Fueron puestos por dechado a todos los religiosos, y más nos deben ellos mover para aprovechar en el bien, que la muchedumbre de cristo los tibios para aflojar y descaecer.

5. ¡Oh! ¡Cuán grande fue el fervor de todos los religiosos al principio de su sagrada institución! ¡Cuánto fervor en la oración! ¡Cuánto celo por la virtud! ¡Cuán excelente disciplina floreció! ¡Cuánta reverencia y obediencia al superior hubo en todas las cosas!

Aun ahora los vestigios que de ellos nos quedan atestiguan que fueron verdaderamente varones santos y perfectos, y que peleando tan esforzadamente vencieron al mundo. Mas ahora ya se estima en mucho el que no quebranta la regla y puede sufrieron paciencia lo que aceptó por su voluntad.

6. ¡Oh tibieza y negligencia de nuestro estado, que tan presto decaemos del primitivo fervor, y por nuestra flojedad y desidia nos es molesto el vivir!

¡Pluguiese a Dios que el deseo de aprovechar en las virtudes no estuviese amortiguado en ti, pues viste muchas veces tantos ejemplos de varones devotos!

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