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Capítulo XIII | ||
De cómo se ha de resistir a las tentaciones. 1. Mientras vivimos en el mundo no podemos estar sin tribulaciones y tentaciones. Por lo cual está escrito en el libro de Job: Tentación es la vida del hombre sobre la tierra. Por eso cada uno debe estar muy prevenido contra las tentaciones, y velar en oración, para no dar lugar a las asechanzas del demonio, que nunca duerme, sino que busca por todos lados a quien tragarse. Nadie hay tan perfecto y tan santo que no tenga alguna vez tentaciones, y no podemos estar enteramente libres de ellas. 2. Sin embargo, las tentaciones son muchas veces utilísimas al hombre, aunque sean molestas y pesadas, pues sirven para humillarle, purificarle e instruirle. Todos los Santos pasaron por muchas tribulaciones y tentaciones, y en medio de ellas aprovecharon. Y los que no se esforzaron en sufrirlas bien, fueron réprobos, y desfallecieron. No hay Orden tan santa, ni lugar tan retirado, donde no se encuentren tentaciones y adversidades. 3. No hay hombre totalmente libre de tentaciones mientras vive, pues nacidos con la inclinación al pecado, en nosotros mismos está la causa que las produce. No bien ha pasado una tentación o tribulación, sobreviene otra, y siempre tendremos que sufrir, porque perdimos el bien de nuestra primera felicidad. Muchos quieren huir las tentaciones, y caen mas gravemente en ellas. Para vencerlas no basta huir: con paciencia y verdadera humildad es como nos haremos mas fuertes que todos los enemigos. 4. El que solamente quita la corteza y no arranca la raíz, poco aprovechará; antes bien, se vera atacado con mas fuerza por las tentaciones, y se hallara peor. Poco a poco, con paciencia y buen ánimo, vencerás (con el favor divino) mejor que con tu propio conato y fatiga. En la tentación toma consejo muchas veces, y no seas desabrido con el que está tentado, antes procura consolarle, como tú lo quisieras para ti. 5. El principio de toda tentación es la inconstancia del ánimo y la poca confianza en Dios. Porque, como a la nave sin timón la llevan a una y otra parte las olas, así el hombre flojo e inconstante en sus propósitos es tentado de diversas maneras. El fuego prueba al hierro, y la tentación al hombre justo. Muchas veces no sabemos lo que podemos; mas la tentación descubre lo que somos. Debemos, pues, velar, principalmente al venir la tentación, porque entonces más fácilmente es vencido el enemigo cuando no le dejamos pasar de la puerta del alma, y le resistimos fuera del umbral, luego que se presenta. Por lo cual dijo uno: Resiste a los principios; si dejas que el mal eche en ti raíces, tarde obrará sus efectos la medicina. Porque primeramente se ofrece al ánimo un simple pensamiento; después, la importuna imaginación; luego, la delectación, el movimiento desordenado y el consentimiento. Y así se introduce poco a poco el maligno enemigo, y se apodera de todo, por no haberle resistido desde el principio. Y cuanto mas desidioso fuere uno en resistir, tanto se hace cada día más flaco, y el enemigo contra el más fuerte. 6. Algunos padecen mayores tentaciones al principio de su conversión; otros, por el contrario, al final. Y algunos las padecen casi por toda su vida. Algunos son tentados blandamente, según la sabiduría y el juicio de la divina Providencia, que mide el estado y los méritos de los hombres, y todo lo tiene ordenado para la salvación de sus escogidos. 7. Por eso no debemos desconfiar cuando somos tentados, antes bien rogar a Dios fervientemente que sea servido de ayudarnos en toda tribulación; y Dios, según la expresión de san Pablo, hará sacar provecho de la misma tentación, para que podamos perseverar. Humillemos, pues, nuestras almas bajo la mano de Dios en toda tentación y tribulación, porque Él salvará y exaltará a los humildes de espíritu. 8. En las tentaciones y adversidades se ve cuánto ha aprovechado el hombre, porque entonces es mayor el merecimiento, y resplandece más la virtud. No es mucho que el hombre sea devoto y fervoroso cuando no siente pesadumbre; mas si en el tiempo de la adversidad la sufre con paciencia, da esperanza de gran provecho. Algunos no se rinden a grandes tentaciones, y son vencidos a menudo en las leves y comunes, para que, humillados, nunca confíen de sí en cosas grandes, siendo flacos en las pequeñas. |
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