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Johann Wolfgang von Goethe

"Las desventuras del joven Werther"

Libro Segundo

Carta 49

Biografía de Johann Wolfgang von Goethe en Wikipedia

 
 

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Música: Brahms - Three Violín Sonatas - Sonata N 3 - Op. 108
 

Las desventuras del joven Werther

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Libro Segundo

Carta 49

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16 de marzo de 1772

Todo conspira contra mí. Hoy he encontrado en el paseo a la señorita B***. Me he visto obligado a acercarme, y apenas nos hemos alejado un poco de los demás, la he dado mil quejas por lo que anteayer me ocurrió con ella.—"¡Oh, Werther! — dijo con la mayor ternura, — ¿cómo interpretáis tan mal aquella turbación mía, vos que me conocéis tan bien? iCuánto he padecido por vos, desde el instante en que os vi en el salón! Todo lo adiviné: cien veces estuve a punto de decíroslo. Sabía que las señoras de S*** y de T*** se alejarían con sus maridos antes que permanecer en vuestra compañía; sabía que el conde no se atrevería a romper con ellos... ¡y ahora vos me pedís cuenta!" —"¡Cómo, señorita!"—dije ocultando mí turbación y sintiendo que algo como agua hirviendo corría por mis venas, al tiempo que recordaba todo lo que me había dicho A*** al entrar en casa.— "¡Cuánto me ha costado ya todo esto!" — exclamó aquella hermosa criatura con los ojos llenos de lágrimas. Dejé de ser dueño de mí mismo, y faltó poco para que me arrojase a sus pies. — "Explicaos" — le dije. Sus lágrimas rodaron; yo estaba fuera de mí. Se enjugó el llanto sin cuidarse de ocultármelo. — "Mi tía — prosiguió, — a quien ya conocéis, se hallaba presente. ¡Contenta se puso de veros a mi lado! Werther, ayer tarde y esta mañana he tenido que sufrir un sermón por ser amiga vuestra, y me he visto obligada a oír que os insultaban, que os humillaban, sin poder defenderos, sin atreverme a defenderos más que a medias."

Cada palabra que profería era una espada que me traspasaba el corazón. Sin comprender el bien que me hubiera hecho ocultándome todas estas cosas, continuó refiriendo lo que aún dirían de mí, y quiénes se gozarían en el triunfo, celebrándolo y haciendo saber que se ha castigado mi orgullo y mi desprecio de los demás, cosas que hace tiempo vienen echándome en cara.

iY oír todo esto de su boca, Guillermo; oírselo a ella, cuyo afecto para mí es verdadero y profundo! Quedé anonadado, y todavía fermenta la cólera en mí pecho. Quisiera que alguno de ellos tuviera el valor de pronunciar una sola palabra delante de mí, para atravesarle de parte a parte con mi espada. Me sosegaría si viese correr la sangre. ¡Ah! más de cien veces he cogido un cuchillo para acabar con la asfixia que me ahoga. Se habla de una noble raza de caballos que, cuando están enardecidos y cansados con exceso, se abren por instinto una vena para respirar con más libertad. Muchas veces me encuentro en este caso; querría abrirme una vena que me proporcionase la libertad eterna.

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