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Johann Wolfgang von Goethe

"Las desventuras del joven Werther"

Libro Segundo

Carta 40

Biografía de Johann Wolfgang von Goethe en Wikipedia

 
 

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Música: Brahms - Three Violín Sonatas - Sonata N 3 - Op. 108
 

Las desventuras del joven Werther

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Libro Segundo

Carta 40

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20 de octubre de 1771

Llegamos ayer. El embajador está indispuesto y guardará cama algunos días; si a lo menos fuera un hombre de buen trato, todo marcharía bien. Veo que la suerte me ha reservado duras pruebas, pero ¡ánimo! Un carácter ligero lo soporta todo. ¡Un carácter ligero! Risa me da al ver que esta frase se ha escapado de mi pluma. ¡Ah! Si yo fuera algo más superficial, sería el hombre más feliz de la tierra. Pero ¡ca! Otros, pobres de fuerza y de espíritu, se pavonean delante de mí muy engreídos y yo me aburro con mi superioridad y mis conocimientos. Tú, Señor, que me has dado todos estos bienes, ¿por qué no me negaste la mitad de ellos, concediéndome en cambio la presunción y la suficiencia?

¡Paciencia! ¡Paciencia! Esto cambiará. Sí, amigo mío, confieso que tienes razón: desde que paso todos los días mezclado con la multitud y veo lo que son los demás y cómo proceden, me alegro más de ser como soy. Indudablemente, puesto que nos han creado así y todo lo comparamos con nosotros mismos, y a nosotros mismos con todo, el bien o el mal está en los objetos que nos sirven para el paralelo, y por tanto, nada me parece más pernicioso que la soledad. Nuestra imaginación, propensa por su naturaleza, a exaltarse, alimentada por las fantásticas imágenes de la poesía, se forja una serie de seres, entre los cuales ocupamos el último lugar, y todo nos parece más grande fuera de nosotros, y todas las personas más perfectas que la nuestra. Sin duda esto será natural; a cada paso vemos que nos faltan muchas cosas, y cabalmente lo que nos falta nos parece que otro lo posee; le atribuímos todo cuanto nosotros tenemos, y le encontramos además cierto atractivo ideal. Así, pues, ese hombre es perfectamente feliz, tal como nosotros le soñamos.

En cambio, cuando con toda nuestra debilidad y nuestros esfuerzos proseguimos nuestro trabajo sin distraernos, vemos con frecuencia que, caminando reposadamente y bordeando, avanzamos más que otros a fuerza de velas y remos... Y, sin embargo, siempre está contento de sí mismo el que marcha al lado de los demás o logra adelantarse.

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