"Las desventuras del joven Werther" Libro Primero Carta 8
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Biografía de Johann Wolfgang von Goethe en Wikipedia | |
Música: Brahms - Three Violín Sonatas - Sonata N 3 - Op. 108 |
Las desventuras del joven Werther |
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26 de mayo de 1771 | ||
Mucho tiempo ha que conoces mi modo de alojarme, mi costumbre de hacerme una cabaña en cualquier punto solitario donde me instalo, sin ningún género de comodidades; pues bien, aquí he encontrado un rinconcito A una legua de la ciudad está la aldea de Wahlhelm. Su situación al pie de una colina es muy agradable, y cuando, al salir de la aldea, se sigue la vereda se abarca todo el valle de una ojeada. Una viejecita muy servicial y de muy buen humor vende en un ventorrillo vino, cerveza y café. Lo que más me encanta son dos tilos que dan sombra con su amplio ramaje a una plazoleta que hay delante de la iglesia, rodeada de casas rústicas, de alquerías y de trojes. Conozco pocos parajes tan ocultos y apacibles. Hago que desde mi albergue me lleven a él mi mesita y mi silla. y tomo café y hojeo a Homero. La primera vez que la casualidad me condujo entre los tilos, era una hermosa tarde y encontré desierta la plaza: los aldeanos estaban en el campo. Sólo vi a un niño, como de cuatro años de edad, que se había sentado en el suelo, estrechando contra su pecho a otro niño de cinco o seis meses. Le tenía entre sus piernas, formando así una especie de asiento. A pesar de la viveza con que sus ojos negros miraban a todas partes, permanecía sentado y tranquilo. Este espectáculo me cautivó. Sentéme yo en un arado que había enfrente y dibujé con sumo gusto esa escena fraternal. Añadiendo los setos cercanos, la puerta de un hórreo y algunas ruedas rotas, todo con el desorden en que estaba, vi al cabo de una hora que había hecho un dibujo bien compuesto y lleno de interés, sin haber añadido nada de mi cosecha. Esto me aferró a mi propósito de no atenerme en adelante más que a la Naturaleza. Sólo ella posee una riqueza inagotable; ella sólo forma a los grandes artistas. Mucho puede cacarearse en favor de las reglas; casi lo mismo que en elogio de la sociedad civil. Un hombre formado según las reglas, jamás producirá nada absurdo y absolutamente malo, así como el que obre con sujeción a las leyes y a la urbanidad nunca puede ser un vecino insoportable ni un gran malvado; sin embargo, y dígase lo que se quiera, toda regla asfixia los verdaderos sentimientos y destruye la verdadera expresión de la naturaleza. —"No tanto, dirás tú; la regla no hace más que encerrarnos en los justos límites; es una podadera que corta las ramas inútiles." Amigo mío, permite una comparación. Sucede en esto lo que con el amor. Un joven se enamora de una mujer, pasa todas las horas del día a su lado, le prodiga sus caricias y sus bienes, y así le prueba sin cesar que ella es para él todo en el mundo. Llega entonces un vecino, un empleado, que le dice: «Caballerito, amar es de hombres; pero es preciso amar a lo hombre. Distribuye las horas; dedica parte de ellas al trabajo, y no consagres a tu amante más que los ratos de ocio; piensa en ti, y cuando tengas asegurado lo que necesites, no seré yo quien te prohiba hacer con lo que te sobre algún regalo a tu amada; pero no con mucha frecuencia; el día de su santo, |
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