Las corridas de t oros, en las fiestas,
son lo más anhelado y preferido,
pues si el hombre no lidill con los brutos,
no es cabal de la turba wI regocijo.
Después de una corrida se juntaron,
en el corral de Antón, un gran Novillo,
y un Toro de seis años, que mil veces
había, en labores agrícolas, servido.
Los dos, alguna vez, lidiaron juntos;
y por esta razón eran amigos.
Pronto se reconocen, y admirado,
el Novillo, al Buey viejo así le dijo:
-Escucha: compañero, ¿por qué causa,
si a los dos nos lidiaron en el circo,
saqué más agujeros que una criba
y tu saliste con pellejo limpio?
Entonces el Buey grave le responde:
Porque yo ya soy viejo, caro amigo,
conozco la garrocha, me ha picado,
yal que miro con ella nunca embisto.
Lo contrario haces tú, sin experiencia,
como toro novel y presumido,
sin conocer el daño que te amaga,
te arrojas a cualquiera precipicio;
y por esta razón, con agujeros .
ha salido tu piel, y yo estoy limpio.
Agradezco de veras, camarada,
dijo el Torete, tu oportuno aviso;
desde hoy seré más cauto, y te prometo
no echar tus advertencias en olvido,
que es gran ventaja conocer los riesgos
y esquivar con prudencia los peligros. |