Una amapola ufana
a una Rosa decía: .
-Mírame qué lozana
me ostento, prima mía;
a todos soy amable,
a todos accesible y muy tratable.
Mientras que tú, aunque bella,
arrogante y pulida,
aunque del campo estrella,
te ostentas presumida,
y esquiva, cuanto hermosa,
te resistes a todos espinosa.
Un muchacho maldito
en tal momento llega;
provoca su apetito
la Rosa, mas se pega
buen chasco, pues se espina
al cogerla, y la suelta y desatina.
Después de recobrado
de su dolor y susto,
conteInpla sosegado
todo el jardin con gusto,
se fija en la Ama pola,
y la troncha y destroza su corola.
La pobre flor se queja
en idioma de flores;
mas una y otra oreja
tapó con sus olores
la Rosa, y seria y fría
con socarrona voz así decía:
-Prima, si tú vivieras
de espinas bien cercada,
si recatada fueras,
no te vieras burlada,
ni de un pillo IDuchacho,
ni del indigno y necio populacho.
Sábete que las rosas
más bellas y fragantes,
las más lindas y hermosas
se preservan constantes
de cualquier mentecato
sólo con sus espinas y recato.
Esto parece cuento;
mas sin duda aseguro ·
que habló con gran talento
la rosa, y aún lo juro:
Oiganlo las doncellas
que tienen un lugar entre las bellas.
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