Fernán Caballero en AlbaLearning

Fernán Caballero

(Cecilia Böhl de Faber y Larrea)

"Callar en vida y perdonar en muerte"

Cap. 2: Conversación

Biografía de Fernán Caballero en AlbaLearning

 
 
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Música: Clementi - Sonatina Op.36 No.1 in C major - 2: Andante
 
Callar en vida y perdonar en muerte
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Conversación
 
En una de estas casas recibía una señora amable y risueña gran número de visitas, con motivo de ser los días de su santo.

Dirigiéndose a uno de los caballeros que se hallaba sentado en el círculo formado ante su sofá, le dijo:

-¿Con que no habéis hallado casa?

-No señora, -contestó el interrogado, que era forastero-: las que se me han proporcionado, unas son estrechas para mi numerosa familia, otras están en mal sitio; y mi mujer, que sale poquísimo, lo primero que me ha encargado es que la casa que tome esté bien situada.

-No hay duda en que este vecindario aumenta; no se hallan casas, -dijo uno de los presentes.

-Pero, señora, -añadió el forastero-, acabo de ver la inmediata casa a la vuestra, desalquilada; me convendría mucho, y no me habéis hablado de ella.

-Es cierto, es cierto -repuso la señora; ha sido una inadvertencia; pero estamos tan acostumbrados aquí a contar esa casa entre los muertos, que no debéis extrañar no se me ocurriese sacarla de su mortaja.

-¿Entre los muertos? ¿Es decir, entre lo no existente? -preguntó asombrado el forastero.

-Así es, puesto que nadie la ocupa, ni le quiere dar vida.

-¿Y por qué? ¿Está acaso ruinosa?

-Nada de eso; está en muy buen estado.

-¿Es fea? ¿Es destartalada?

-No; es buena y tiene comodidades.

-¿Ha muerto en ella algún ético?

-No, que yo sepa... Además, ese miedo exagerado, que es ciertamente una preocupación, se va desvaneciendo. Blanqueando las paredes, pintando las maderas, como se hace después de cualquiera enfermedad, todas las casas se habitan hoy día luego que deja de existir en ellas la víctima de ese terrible padecimiento, que sólo curan los viajes de mar con privilegio exclusivo.

-Pues entonces, ¿cuál es el que tiene esa casa para no ser habitada?... ¿Tiene asombros? -añadió sonriendo el caballero forastero.

-Justamente -contestó la señora.

-¿Eso me decís en el siglo XIX, en medio del esplendor de las luces, en las barbas de la reinante despreocupación?

-Sí señor, porque el asombro que se supone es el que selló en ella el crimen, y ese asombro aún no han llegado a disiparlo ni las luces, ni la despreocupación. En esa casa, señor, se cometió un asesinato.

-Convengo -repuso el caballero- que eso debió de ser una cosa atroz para los que a la sazon la vivían, y terrible para los allegados y los parientes de la víctima; pero no creo sea razón suficiente para que, andando el tiempo, quede por ese motivo una casa condenada a ser demolida, o a existir sin ser habitada. ¿Cuánto ha que tuvo lugar el hecho?

-Seis años.

-Señora, entonces me parece el abandono de esa casa, inocente del atentado de que fue teatro, cosa de agüero y sobremanera anómala en esta época, en la que, sin extrañas influencias, llevan la utilidad y la conveniencia el timón de los hechos.

-¡Qué quiere usted, señor! -repuso la dueña de la casa-. Estamos aquí, por lo visto, un poco atrasados; y no nos pesa. Pero lo horroroso del asesinato, la inocencia de la víctima, que fue una pobre e inofensiva anciana, el misterio que cubrió y cubrirá siempre al autor del crimen, han impregnado de tal horror el lugar en que se consumó, y la sanción que ha dado el tiempo al desvío que esa casa inspira es tan poderosa, que nadie se ha hallado que quisiese quebrantar el aislamiento que, cual una maldición, pesa sobre el lugar del impune delito. Parece la soledad de esa casa un sello sobre un pliego cerrado, que Dios abrirá en su día, si no ante los tribunales de los hombres, ante el tribunal supremo de que es juez.

Entraron en este momento nuevas visitas, y la conversación fue interrumpida.

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Misterio y Terror