Capítulo 25
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Biografía de Carlo Collodi en AlbaLearning | |
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Música: Galuppi - Keyboard Sonata no.2 in C major, II. Andantino" |
Las aventuras de Pinocho |
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Pinocho promete al Hada ser bueno y estudiar. Al principio la mujercita negaba que fuese el Hada de los cabellos azules; pero después, viéndose descubierta y no queriendo continuar más tiempo la comedia, terminó por darse a conocer, y dijo a Pinocho: --¡Bribón de muñeco! ¿Cómo has podido acertar que era yo? --¡Es por lo mucho que te quiero! --¿Te acordabas de mí? Me dejaste siendo niña, y ahora me encuentras hecha una mujer; tanto, que podría servirte de mamá. --Y yo me alegro mucho, porque en vez de hermanita te llamaré mamá. ¡Hace tanto tiempo que deseaba tener una mamá como los demás niños! --La tendrás si sabes merecerlo. --¿De veras? ¿Qué puedo hacer para merecerlo? --Una cosa facilísima: acostumbrarte a ser un niño bueno. --¿Es que no lo soy? --No, no lo eres. Los niños buenos son obedientes; pero tú... --Yo no obedezco nunca. --Los muchachos buenos tienen amor al estudio y al trabajo; pero tú... --Yo, en cambio, estoy todo el año hecho un holgazán y un vagabundo. --Los niños buenos dicen siempre la verdad. --Y yo digo mentiras. --Los niños buenos van con gusto a la escuela. --Y a mí la escuela me da dolor de cabeza. Pero de hoy en adelante quiero cambiar de vida. --¿Me lo prometes de verdad? --¡Lo prometo! Quiero ser muy bueno y quiero ser el consuelo de mi papá ¿Dónde estará a estas horas mi pobre papá? --No lo sé. --¿Tendré aún la suerte de volver a verlo y de abrazarlo? --Creo que sí, pero no estoy segura. Tal contento causó a Pinocho esta respuesta, que tomó las manos del Hada y comenzó a besarla entusiasmado. Después levantó la cabeza, y mirándola cariñosamente preguntó: --Dime, mamita: ¿verdad que no te habías muerto? --Por lo visto...-- respondió el Hada sonriendo. --¡Si supieras qué dolor tan grande sentí al leer: "Aquí yace..."! --Ya lo sé, y por eso te he perdonado. La sinceridad de tu dolor me hizo conocer que tenías buen corazón, y cuando un niño tiene buen corazón se puede esperar algo de él, aunque sea un poco travieso y revoltoso; es decir, se puede esperar que vuelva al buen camino. Por eso he venido a buscarte hasta aquí. Yo seré tu mamá... --¡Oh, qué bien!-- gritó Pinocho saltando de alegría. --Tú me obedecerás, y harás siempre lo que te diga. --¡Todo, todo, todo y muy contento! --Desde mañana irás a la escuela-- continuó el Hada. Pinocho se puso un poco menos alegre. --Después escogerás el oficio que te parezca. Pinocho se puso serio. --¿Qué murmuras entre dientes?-- preguntó el Hada con acento de disgusto. --Decía...-- balbuceó el muñeco a media voz--que ahora ya me parece algo tarde para ir a la escuela. --No, señor. Para instruirse y aprender, nunca es tarde. --Pero yo no quiero aprender ningún oficio. --¿Por qué? --Porque el trabajo me cansa mucho. --Hijo mío-- dijo el Hada--, los que piensan de ese modo acaban siempre en la cárcel o en el hospital. Todo hombre, nazca pobre o nazca rico, está obligado en este mundo a hacer algo, a tener una ocupación, a trabajar. ¡Ay del que se deje dominar por la pereza! La pereza es una enfermedad muy grave y muy fea, y hay que curarla siendo niño, porque cuando se llega a ser mayor ya no tiene cura. Estas palabras causaron gran impresión en Pinocho, que levantando vivamente la cabeza, dijo al Hada: --Yo estudiaré, trabajaré y haré todo lo que me digas, porque te quiero mucho, y porque tú tienes que ser siempre mi mamá. |
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