Cap. 5
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Biografía de Marco Tulio Cicerón en Wikipedia | |
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Música: Galuppi - Keyboard Sonata no.2 in C major, I. Allegro |
Sobre la amistad |
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Teorías sobre la finalidad y los límites de la amistad |
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Ahora ha llegado el momento de definir cuáles es la finalidad de la amistad y casi los límites de su afecto. Respecto a este punto, sé que tres son las teorías que suelen darse, de las cuales no apruebo ninguna. La primera razona que sentimos el mismo afecto hacia nuestros amigos que el que sentimos por nosotros mismos; la segunda afirma que se corresponde en igual modo y medida nuestra benevolencia para con ellos con la suya para con nosotros y la tercera que un hombre es tan importante para sus amigos como él mismo se considera a sí mismo. No estoy totalmente de acuerdo con ninguna de estas tres opiniones. No es verdad la primera cuando dice que nos portamos con nuestros amigos según como seamos: ¡cuántos cosas hacemos por nuestros amigos que nunca haríamos para nosotros! Implorar por alguien indigno, suplicar, entrarle a alguien con mucha aspereza y perseguirlo una y otra... cosas que en nuestros asuntos no serían suficientemente respetables, por causa de un amigo se tornan las más honradas. Hay muchas ocasiones en las que los buenos hombres se privan y toleran ser privados de sus bienes para que sus amigos antes que ellos puedan disfrutarlos. La otra teoría es la que confina la amistad a un equivalencia entre deberes y apetencias: desde luego resulta muy pobre y limitado equiparar la amistad con unos cálculos, como si fuera una balanza contable la proporción entre favores dado y recibidos. Más rica y caudalosa me parece que es la auténtica amistad, y no eso de mirar con lupa que demos más de lo que hayamos recibido: tampoco hay que tener miedo de que algo se caiga, se derrame y llegue el suelo o se acumule en la amistad más de lo justo. En tercer lugar, tenemos aquella última explicación, la peor de todas, que señalaba que los amigos lo valoran a uno en función de la importancia que uno se dé: con frecuencia en algunos hombres su espíritu es el más abyecto o las expectativas de mejorar su fortuna las más azarosas. Así pues, no es propio de un amigo ser de una determinada manera en función de lo que aquel se considere, sino más bien apoyar y esforzarse para dar ánimos al amigo que ha caído y transportarlo hacia unas mejores expectativas y pensamientos. Por tanto, aquí debemos establecer otro de los fines de la auténtica amistad, aunque ya he expresado una opinión que Escipión solía criticar especialmente. Pues él decía que nunca había podido descubrir una definición más alejada de la amistad que la de aquel que dijo que era necesario amar a un amigo tal y como si alguna vez lo fuéramos a odiar: Escipión afirmaba que a él no lo podrían convencer para pensar, tal y como se solía decir, que esto lo había dicho Biante, al cual consideran uno de los siete sabios, pues era una opinión propia de alguien impuro, o bien ansioso de poder o bien que lo reducía todo a su propio poder. ¿De qué otra forma, si no, podría ser alguien amigo de uno del cual piensa que podría ser su enemigo? Así, sería incluso necesario querer y desear que un amigo se equivoque a todas horas, para tener más asas, por así decirlo, de donde cogerlo, e incluso deberíamos angustiarnos, dolernos y odiar los bienes y buenas acciones de nuestros amigos. Por este motivo, ese modo de conducta, quienquiera que sea su autor, es útil para eliminar la amistad; más bien debemos recomendar que apliquemos ese esfuerzo a la hora de elegir amistades de tal modo que no empecemos nunca a estimar a quien alguna vez podríamos odiar. De hecho, incluso si el disfrute de esa amistad nos hiciera menos felices, deberíamos soportarlo, pensaba Escipión, antes que pensar que había llegado el momento de la enemistad. |
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