Capítulo 1
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Imitación de María |
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Capítulo I | ||
Que debemos imitar a María si queremos lograr su poderoso auxilio.
Hijo mío, busca la vida, y la encontrarás. Yo soy la Madre de la vida pues di a luz a Aquel que dió la vida a todos los que habían muerto en Adán. Poco te aprovechara la vida del cuerpo, la cual conduce a la muerte. Busca únicamente la vida de tu alma, que es una, preciosa eterna. Vida del alma es la gracia de Dios, sin la cual aquella desfallece y muere. Imita las virtudes que la gracia divina, de la cual me saludó llena Gabriel, plantó en mí para que fuese digna Madre de Dios. Ciertamente, te bastaría el ejemplo de mi amadísimo Hijo, como lo siguieses: mas porque soy Madre de los cristianos, se me ha puesto también por modelo de ellos. Hijo mío, no dudes de mi protección si procuras imitarme. Nadie se tenga por devoto mío si rehúsa seguir mis pisadas. No puede agradarme la oración que me dirige un alma vacía de mis virtudes. Sabrás, sin duda, que todo lo puedo cerca de Dios, porque estoy sentada en el cielo junto al trono de mi Hijo. Sin embargo, no me agradan los devotos que no quieren seguirme; ni por ellos me intereso nunca. Muchos se engañan a sí mismos, contando con mi auxilio solo por rezarme el Rosario y otras oraciones, sin cuidar de imitar mis virtudes. Hastío me causan los suspiros de los que no dejan el mal camino; y en vano me invocan los que no quieren apartarse de la senda de los pecados. Imita a tu Madre, hijo mío. Las virtudes de mi divino Hijo resplandecen en Mí como los rayos del sol en un espejo. Escucha mi voz, y no te apartes de la obediencia de tu Madre. Tendrás consuelo en tu corazón; tu alma se gozará en el tesoro de mis virtudes, y seré para ti una verdadera madre. Sígueme. |
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