Tú vas hacia una orilla
de donde triste vengo,
lo que tú buscas ahora
es ¡ay!, lo que yo dejo!
Tú vas a ver un alba
que baña de oro el cielo,
y yo a ver un sol mustio
que ya se está poniendo.
Tú vas a sembrar flores
en fértiles terrenos;
yo voy a alzar mi tienda
en áridos desiertos.
Vas a lanzar tu barca
sobre un océano inmenso;
vas a aplicar al labio
la copa de los sueños.
¡Que duerma entre las velas
la cólera del viento,
que amor rompa las ondas
al golpe de sus remos!
¡Que, como yo, no tengas
que suplicar al cielo;
que encuentres, ¡ay!, almíbar
donde yo hallé veneno! |