¡Oh palabra, superior a todas las palabras, mágica como el firmamento!
Bello es que la guerra y todas sus carnicerías sean con el tiempo totalmente abolidas,
Que las manos de las dos hermanas, la Muerte y la Noche, laven y relaven, tiernas y constantes, este mundo maculado;
Porque mi enemigo ha muerto, un hombre divino como yo ha muerto;
Y miro el sitio en que yace extendido, inmóvil, dentro de su féretro,
Me aproximo a él y me inclino hasta rozar con mis labios el rostro pálido de mi enemigo.
Poemas. Publicado en 1912, Montevideo: Claudio García |