Asalté tu fortaleza
en escaramuza
de besos y miradas.
Un escudo de recato
opuso resistencia
al fuego del cañón.
Bajando la guardia
abrasada
traicionaste al pudor.
Una hoguera de suspiros
y gemidos apagados
consumieron la pasión.
En la dulce muerte,
despojos esparcidos
en el campo de batalla
son elocuentes testigos
del combate y el fragor.
No hay diferencias
entre la guerra y el amor.
©Marcos Patricio Concha Valencia |