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Marcos Concha Valencia

"Atentado a la virginidad"

Marcos Concha Valencia

 
 
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Música: Piazzozla - Sin rumbo
 
Atentado a la virginidad
 

4 de Diciembre 2011

Querido diario,

                     Tú eres el único en quién confío, me escuchas pacientemente, no me interrumpes, no me reprochas, eres mi mejor amigo. Te cuento que la semana pasada se me ocurrió subastar mi virginidad. Bueno esa que tu sabes que he peleado jevy a pesar que ganas no me han faltado, recuerda que hartas veces el Juan Carlos y otros han tratado de desvirgarme (¡qué cursi!), pero la guardaba como un presente al amor de mi vida. ¿Me pregunté si el desconocido amor de mi vida estaría interesado en el regalo? También díjeme: si tendré varios amores en la vida ¿Qué les regalaré a los siguientes? Y ahí comenzó la idea que anduvo dándome vueltas en la cabeza casi por más de un mes.

Es que cumplí los veintidós, y no tengo cómo pagar la universidad.

Así, cara de palo, hice un twitter en la internet y ofrecí mi virginidad al mejor postor. Te morirías de la risa de todas las ofertas que he recibido, desde chantas que me piden que yo les pague a ellos por el esfuerzo, hasta otros que piden cómodas cuotas con tarjeta de crédito. Con decirte que otros quieren una comprobación previa.  El twitter recibe más de mil ofertas diarias. Nunca pensé que tantos hombres estuvieran interesados en poseer una mujer en su primera vez, ¿Para qué será? ¿Tendrá un significado? ¿Un gozo especial? ¿Una muesca de posesión? No me lo explico pero el twitter se ha hecho tan popular que empresas de publicidad me ofrecen comprarlo y que yo lo administre. Algunas amigas como que no quiere la cosa me preguntan si no podrían ellas también agregarse a la subasta. Nunca pensé que hubiesen tantas vírgenes de mi edad y dispuestas a perderla por necesidad. Bueno para que te digo, me han tratado de prostituta y otros epítetos. No comprenden que esto es por una sola vez y tiene un fin mayor: Quiero tener una profesión universitaria. ¿Cachái? ¿Si? Por eso te quiero querido diario, tu me comprendes.

Bueno, pero no quiero aburrirte, y te contaré el dilema en que me encuentro:

Un postor, llamémosle Claudio, me pidió una entrevista personal. Escribió que tenía un gran interés en ofertar una suma apreciable, ya que él se dedicaba a coleccionar virginidades y sabía acerca del real valor de la virginidad. Con mucho temor acepté la entrevista. En este negocio te puedes encontrar con cualquier degenerado, pervertido o loco. Nos encontramos en la Plaza de Viña, mi sorpresa fue grande cuando de un auto con chofer se bajó un tortugón de ochenta, encorvado por los años y caminó arrastrando los pies hasta el banco donde yo lo esperaba. Lo primero que se me vino a la mente fue pensar que el viagra hacía milagros, Claudio podría ser mi tatarabuelo. Antes que yo saliera  arrancando, me llamó por mi nombre y me dijo con esa voz pausada y traqueteada de los ancianos: —tranquiiila… tranquila… conversemos.

Su perfume me recordó a mi abuelo. Sentándose a mi lado me palmoteó cariñosamente el brazo y recorrió todo mi cuerpo con su mirada lacrimosa. Por extraña razón me sentí desnuda y un escalofrío cruzó mi espalda. No podía creer lo que estaba sucediendo. 

—Pagué cincuenta millones por la última, de esto hace como seis meses —me dijo sin dejar de mirar el nacimiento de mis senos —No es tan malo para lo que necesitas durante los cuatro años de estudios —continuó al mismo tiempo que posaba su mano en mi rodilla.

Aunque no me había dado cuenta, en mi subconsciente yo quería perder mi virginidad con un mino, con dinero y en una de esas que nos enamorásemos y se transformara en el amor de mi vida, algo así como al revés. Mi curiosidad fue más fuerte que mi repulsión y le dije sacándole su mano de mi muslo: —Con setenta millones, me alcanzaría hasta sacar la maestría.

— Bueno, me quedan pocos años de vida y mucho dinero por gastar, así que trato hecho —dijo sin dar tiempo a retractarme. —Debió notar mi gesto de rechazo, porque continuó: —Yo te compro tu virginidad, pero no haré uso de mis derechos, así permanecerás siempre virgen para mí. 

Este viejo está gagá o lelo, pensé, ¿cómo se asegurará que me mantendré virgen para él? Como si me leyera el pensamiento dijo: —Con solo mirarte a los ojos puedo ver en ellos tu virginidad. Te daré el dinero mensualmente, hasta cuando  quieras —me dio unas palmaditas en la mejilla y apoyándose en su bastón se levantó dirigiéndose al auto que lo esperaba.

Esta es mi duda querido diario: ¿se la vendo al viejo o la pierdo de una sola vez? Te escribo la próxima, besitos.

©Marcos Patricio Concha Valencia

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