Torvo fraile del templo solitario
que al fulgor de nocturno lampadario
o a la pálida luz de las auroras
desgranas de tus culpas el rosario...
¡Yo quisiera llorar como tú lloras!
Porque la fe en mi pecho solitario
se extinguió como el turbio lampadario
entre la roja luz de las auroras,
y mi vida es un fúnebre rosario
más triste que las lágrimas que lloras.
Casto amador de pálida hermosura
o torpe amante de sensual impura
que vas, novio feliz o esclavo ciego,
llena el alma de amor o de amargura ...
¡Yo quisiera abrasarme con tu fuego!
Porque no me seduce la hermosura,
ni el casto amor ni la pasión impura;
porque en mi corazón dormido y ciego,
ha pasado un gran soplo de amargura,
que también pudo ser lluvia de fuego.
¡Oh guerrero de lírica memoria
que al asir el laurel de la victoria,
caíste en tierra con el pecho abierto
para vivir la vida de la gloria . .
¡Yo quisiera morir como tú has muerto!
Porque al templo sin luz de mi memoria,
sus escudos triunfales la victoria
no ha llegado a colgar, porque no ha abierto
el relámpago de oro de la gloria
mi corazón oscurecido y muerto.
Fraile, amante, guerrero, yo quisiera
saber qué oscuro advenimiento espera
el anhelo infinito de mi alma
si de mi vida en la tediosa calma
no hay un dios, ni un amor, ni una bandera.
(Publicado en el libro "La joven literatura hispanoamericana" del año 1906 ) |