Tú me dijiste: no lloró mi padre;
tú me dijiste: no lloró mi abuelo;
no han llorado los hombres de mi raza,
eran de acero.
diciendo te brotó una lágrima
y me cayó en la boca; más veneno
yo no he bebido nunca en otro vaso así pequeño.
Débil mujer, pobre mujer que entiende,
dolor de siglos conocí al beberlo.
Oh, el alma mía soportar no puede
todo su peso. |