Una ninfa de Diana vio a Cupido
Durmiendo con la tea a su costado;
Tomó el fuego de amor, y apresuróse
A arrojarlo del valle en fuente fría,
Que inflándose en el sagrado fuego
Hirvió con un calor inextinguible
Y transformose en baño en que buscamos
Cura soberana a extraños males.
Mas la tea de amor volvió a alumbrarse
De mi amada en los ojos, y a encenderme,
Y el baño saludable me procuro,
Enfermo destemplado y sin remedio,
Remedio sólo hallara en esos ojos
Que a la tea amorosa dieron flama. |