En verdad no te amo con los ojos,
Que descubren en ti mil fealdades,
Pero este corazón, que desvaría,
Adora lo que ellos más desprecian.
Tu voz no me deleita los oídos;
Tampoco te codicia el tierno tacto
Ni ansían el gusto y el olfato
Una fiesta sensual contigo a solas.
Mas no pueden el juicio ni el sentido
Disuadir a un corazón imbécil
Que desbarata a un simulacro de hombre
Haciéndome tu esclavo y tu vasallo.
Sólo me conforta, en tal flagelo,
Que purgo mi delito al cometerlo. |