Qué pobreza mi musa ha demostrado
En un campo a la gloria tan propicio
Si el asunto al desnudo es más valioso
Que al lado de añadidas alabanzas.
¡No me culpes a mí si más no escribo!
Acércate al espejo, allí hay un rostro
Que supera mis torpes invenciones
Y quitándoles brillo me avergüenza.
¿Para qué incurrir en fealdades
Por querer enmendar lo irreprochable?
Mis versos no tienen más designio
Que pregonar tus gracias y tus dones
Y mucho, mucho más que en mis palabras
Verás en el espejo, si en él miras. |