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Miguel Sawa

"Cansancio"

(Amor)

Biografía de Miguel Sawa en Wikipedia

 
 
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Música: Mendelssohn - Song Without Words, Op. 19, No. 6
 
Cansancio
 

—¿Amigos?

—Sea... amigos.

Y ambos quedaron en silencio, mirándose fijamente a la cara.

Ella le tendió graciosamente la mano.

—Sí; es lo mejor que podemos hacer... Los dos estamos cansados... ¡Diez años de matrimonio! ¡Y cuidado si nos hemos querido! Pero desgraciadamente el amor dura tan poco... Y yo que lo creía eterno... Me he engañado. Ya ves que soy sincera, que te hablo con el corazón en la mano. Nos casamos, ¡acuérdate! enamorados locamente el uno del otro. Yo no podía vivir sin tí. Una unión perfecta la nuestra la unión de dos cuerpos y dos almas. Pero ya ves lo que duró el idilio. Unos cuantos años, unos cuantos meses... Fuimos tan insensatos que apuramos la copa de la felicidad de un solo trago. Ya está vacío el vaso y es inútil que lo acerquemos a nuestros labios. ¡Ay, y los dos nos estamos muriendo de sed!

Él entonces la interrumpió:

—Si tú quisieras todavía podíamos ser dichosos.

—¿Si yo quisiera?... ¡Bah! no me conoces cuando hablas así. ¿Cómo no he de desear yo?... Pero dime la manera de resucitar nuestro extinguido amor. No, no es posible dar vida a un cadáver... Ni tú eres Lázaro, ni yo tengo el poder de Cristo. No nos hagamos ilusiones, no tratemos de engañarnos. Abordemos el problema. Estamos cansados, estamos hartos... Pero ya que no podamos ser absolutamente felices, procuremos al menos no ser del todo desgraciados. Ha llegado el momento de las grandes verdades. ¿No nos es posible el amor? ¡Pues la amistad! Ahí va mi mano.

—No... escúchame... ¡Todavía no!

—Habla, pues.

Él se sentía algo emocionado, y le parecía insensato renunciar así, tan a la ligera, al amor de su mujer.

—¡Yo todavía te amo!

—¡Adulador!

—Sí... no miento. Aún tengo fe para renovar nuestro antiguo idilio. A poco que tú hagas resucitará, lleno de vida y de fuerza, nuestro amor. Todavía somos jóvenes, y todavía podemos ser dichosos. ¿A qué empeñarnos en hacernos desgraciados? Nuestro amor no es todo cenizas... ¿Ves? Te hablo de rodillas, como en los buenos tiempos de nuestros amores. Sí, dame tu mano, que quiero comérmela a besos... ¡Oh, alma mía, qué felices vamos a ser con la resurrección de nuestro amor!

Ella sonreía satisfecha, sin atreverse a interrumpirle, sintiéndose también algo emocionada.

—Sea como quieras.

Y arrojándose en brazos de su marido, con voz mimosa como una caricia:

—¡Oh, yo también me siento capaz de quererte mucho, mucho...

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