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San Agustín

"Confesiones"

Libro 13

Capítulo 21

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Confesiones

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CAPÍTULO 21

Simbolismos de la tierra

 

29. Y por esta razón, por tu palabra, no es ya la profundidad del mar, sino la tierra separada de lo amargo de las aguas, la que produce, no los reptiles de almas vivas y los volátiles, sino el alma viva. Porque ya no tiene necesidad del bautismo, necesario para los gentiles, como la tenía cuando estaba anegada por las aguas, pues ya no se entra de otro modo en el reino de los cielos desde que tú estableciste que se entrase de esa manera. Ni busca las grandezas de tus maravillas, para que tenga fe, puesto que no es de aquellos que no creen si no vieren signos y prodigios, estando ya separada la tierra fiel de las aguas del mar amargas en su infidelidad; y sabe que las lenguas son signos no para los fieles, sino para los infieles.

Tampoco tiene necesidad la tierra, que fundaste sobre las aguas, de este género volátil, que las aguas produjeron por tu palabra. Envía a ella tu palabra por medio de tus nuncios —puesto que, aunque narramos sus obras, tú eres, sin embargo, quien obras en ellos— y produzcan el alma viva. La tierra la produce, porque la tierra es causa de que éstas se obren en ella, como fue la causa el mar de que se produjesen los reptiles de alma viva y los volátiles que vuelan debajo del firmamento del cielo, de los cuales ya no tiene necesidad la tierra aunque coma el pez, sacado del profundo, en aquella mesa que preparaste delante de los fieles; porque por eso fue sacado del profundo, para que alimente a la tierra seca.

También las aves son generación marina: no obstante, se multiplican sobre la tierra. Porque la infidelidad de los hombres fue causa de las primeras voces de los evangelizadores, aunque también los fieles son exhortados y bendecidos por ellos de mil modos de día en día. Pero el alma viviente toma su principio de la tierra, porque ya no aprovecha a los fieles, sino el contenerse del amor de este mundo, para que viva para ti su alma, que estaba muerta viviendo en delicias, en delicias mortíferas, Señor; porque tú solo eres la delicia vivificadora de un corazón puro.

30. Trabajen, pues, ya en la tierra tus ministros, no como en las aguas de la infidelidad, anunciando y hablando por milagros, sacramentos y voces místicas que atraen la atención de la ignorancia, madre de la admiración, por el temor de estos signos misteriosos —porque tal es la entrada a la fe en los hijos de Adán olvidados de ti en tanto que se esconden de tu faz y se hacen abismo—, sino trabajen también como en la tierra seca, separada de los peligros del abismo, y sean para los fieles modelo viviendo entre ellos excitándolos a la imitación. Porque de este modo oyen no sólo para oír, sino también para obrar. Buscad a Dios y vivirá vuestra alma, para que la tierra produzca el alma viva. No queráis conformaros con este mundo, absteneos de él. Evitando aquellas cosas que apeteciéndolas muere, es como vive el alma. Absteneos de la cruel firmeza de la soberbia, de la indolente voluptuosidad de la lujuria y del nombre falaz de la ciencia, a fin de que sean las bestias amansadas, y los brutos domados, y las serpientes inocuas. Movimientos de alma son éstos de un sentido alegórico; pero el fausto del orgullo, y el deleite de la libídine, y el veneno de la curiosidad son movimientos de un alma muerta; porque no muere ésta de modo que carezca de todo movimiento, sino que muere apartándose de la fuente de la vida, y ya así es recibida por el mundo pasajero y se conforma con él.

31. Pero tu Palabra, ¡oh Dios!, es fuente de vida eterna y no pasa; por eso en tu palabra es cohibido aquel apartamiento de él, cuando se nos dice: No queráis conformaros con este siglo, para que la tierra produzca en la misma fuente de la vida el alma viviente, y en tu palabra, por medio de tus evangelistas, un alma continente, imitando a los imitadores de tu Cristo. Porque esto es lo que quieren decir las palabras según su género, porque la emulación del varón viene del amigo: Haceos —dice— como yo, pues yo me hago como vosotros. Así en el alma viva habrá bestias buenas por la mansedumbre de sus acciones. Porque tú lo has ordenado diciendo: Haz tus obras con mansedumbre y serás amado de todo hombre.También habrá brutos buenos, que no estarán hartos si comieren, ni necesitados si no comieren; y serpientes buenas, no perniciosas para dañar, sino astutas para defenderse, y que exploran la naturaleza temporal en tanto cuanto basta para que por la inteligencia de las cosas creadas vislumbren la eternidad. Porque tales animales sirven a la razón cuando, refrenados para que no hagan progresos mortíferos, viven y son buenos.


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